Al cabo de la exitosa rueda de negocios argentino-venezolana realizada en la isla Margarita, Venezuela, la integración suramericana dio un histórico paso adelante. Acuerdos empresarios por 80,4 millones de dólares y bases para proyectos mucho más ambiciosos en el futuro. Entrevistas exclusivas a los ministros de Energía y Minas de Venezuela, Rafael Ramírez, y de Planificación de Argentina, Julio de Vido.
La perspectiva de convergencia suramericana dio pruebas de vida real en el último mes. Ampliado el Mercosur en la cumbre de Puerto Iguazú(1); planteada días después en Quito la articulación efectiva del Mercado Común del Sur con la Comunidad Andina de Naciones (CAN), lo que nunca fue poco más que vana retórica se hizo tangible en la macro-rueda de negocios entre Argentina y Venezuela, realizada en la isla Margarita del 21 al 23 de julio pasado.
Hay un dato mayor en esa reunión inicialmente programada como encuentro empresario: el presidente Néstor Kirchner estuvo allí. Su presencia, inesperada, marca la diferencia entre una suma de exitosas operaciones comerciales y el trazado -si no la definición- de una línea estratégica para la política exterior argentina en un momento turbulento para el hemisferio y el mundo.
Esa diferencia se hizo visible cuando Kirchner y Hugo Chávez viajaron desde Margarita a la refinería de Pdvsa (Petróleos de Venezuela Sociedad Anónima) en Guaraguao, para afirmar la base conceptual y los acuerdos para la fundación de Petrosur. Allí, ante miles de obreros petroleros, Chávez y Kirchner ratificaron una política de complementación, cooperación y hermandad en el marco de «el nuevo Mercosur», como lo calificó el mandatario venezolano. Frente a un paisaje de estremecedora belleza y mientras un conjunto de buques petroleros sonaban sirenas que hacían vibrar el aire y cargaban la atmósfera con una rara sensación épica, Chávez señaló hacia el mar azul a pocos metros y explicó que el Mercosur «ahora se extiende por estas aguas hasta allá, hasta las costas de Puerto Rico», en alusión a la frontera implícita para todos los presentes: Estados Unidos. Kirchner cerró el acto agradeciendo al pueblo y el gobierno venezolanos por el envío de combustible en una circunstancia crítica para Argentina y ratificó su voluntad de fortalecer las relaciones entre ambos países.
Acuerdos palpables
Los dos mandatarios clausuraron la rueda de negocios con la firma de un paquete de acuerdos. El encuentro interempresario fue exitoso más allá de lo esperado: el ministro de Producción y Comercio de Venezuela, Willmar Castro Soteldo, informó que participaron 145 empresas argentinas y 355 venezolanas y se concretaron 157 negocios por un monto de 80,4 millones de dólares. El presidente del Bancoex de Venezuela, Víctor Álvarez, anunció a su turno la firma de una línea de crédito entre la entidad que dirige y el Banco de Integración y Comercio Exterior (BICE) y el Credicoop de Argentina, dirigida fundamentalmente a las microempresas, pequeñas empresas y cooperativas, e informó acerca de un memorando de entendimiento entre PDV Marina Venezuela y la Unión Transitoria de Empresas (UTE); otro entre la Compañía Diques y Astilleros Nacionales (Dianca) y los Astilleros Río Santiago de Argentina, además de una carta de intención entre los gobiernos del estado Nueva Esparta y los astilleros de Río Santiago, con el objetivo de construir un ferry para isla Margarita. Álvarez anunció asimismo la creación del Fondo Latinoamericano de Garantías Recíprocas para avalar a pymes cuando soliciten créditos y la introducción en Venezuela de tarjetas de crédito y débito especialmente diseñadas para las cooperativas.
De mayor envergadura aun es el acuerdo binacional para crear un Banco Sudamericano de Desarrollo Social (Bandesur), complementado por un Foro de Integración Venezolano Argentino (FIVA), y por un Memorando de Entendimiento en materia de cooperación financiera entre Venezuela y Argentina. Otra carta de intención apunta a medios de comunicación conjuntos, a partir de los canales y las agencias informativas estatales de ambos países.
Energía, eje de la convergencia
El ministro de Energía y Minas de Venezuela, Rafael Ramírez, expuso ante este enviado su evaluación de los acuerdos con Argentina, como parte de un fenómeno que alcanza a toda la región: «En más y más países hay un claro proceso de participación popular, de movilización; y eso va a tener su reflejo tanto en los nuevos gobiernos como en los pasos que estamos dando en la integración». Ramírez enlaza economía y política y subraya que «lo que estamos haciendo ahora con Petrosur, Petroamérica, Petrocaribe, no hubiese sido posible mientras estuviera al frente de la estructura petrolera la elite tecnocrática identificada con las propuestas neoliberales, que avanzaba hacia la privatización de la empresa. La nueva Pdvsa, además de reportar al fisco todo lo que corresponde, establece una nueva relación ética con nuestro pueblo y con los demás países de América Latina. Cuando Chávez asume el poder y replantea el papel de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), comienza una puja entre el nuevo Estado venezolano, la nueva Constitución, nuestro pueblo, los sectores más progresistas de un lado, y del otro los sectores internos tanto del país como de nuestra propia empresa petrolera, aliados con los intereses de las transnacionales. La vieja Pdvsa fue un elemento fundamental en el golpe de Estado de 2002. Esa pugna se resolvió con el desenlace del sabotaje petrolero(2). Sin aquella victoria que permitió la recuperación de Pdvsa no hubiera sido posible jamás desarrollar Petrosur». Ramírez sostiene que no había posibilidad alguna de convivencia entre ambas visiones respecto del papel de la empresa petrolera en relación con la sociedad venezolana y la política internacional del país. Ahora, continúa Ramírez, Pdvsa cumple una función social: «estamos aportando 800 millones de dólares para viviendas, 600 millones para la siembra (ayuda a los campesinos que recibieron más de 2 millones de hectáreas mediante la ley de tierras), 600 millones de dólares para los programas sociales conocidos como «Misiones» (que pudimos poner en marcha, hay que decirlo, con la invalorable ayuda de Cuba). Además de eso, la nueva Pdvsa ha constituido un Fondo para proyectos de inversión de más de 2.000 millones de dólares».
Ramírez no deja de insistir en que el gobierno de Chávez «pone por delante los acuerdos políticos» y ve con optimismo las perspectivas de Petrosur: «Argentina ha dado un paso muy importante al crear Enarsa. Firmamos un acuerdo integral de cooperación y tan pronto como Enarsa sea aprobada por el Congreso y tenga una figura jurídica con la cual actuar, el presidente Chávez ha dicho que vamos a acompañar ese proyecto. Nosotros creemos que el Estado debe controlar sus recursos fundamentales para ponerlos al servicio de su pueblo».
Ramírez no pierde de vista las dificultades: «Una idea tan ambiciosa como ésta, sobre todo con las disparidades de desarrollo entre nuestros países, va a requerir un tratamiento diferenciado. El Caribe, Argentina, Brasil, Bolivia, son casos diferentes, pero con todos estamos firmando acuerdos para ir conformando, poco a poco, paso a paso, la idea de Petroamérica». Y concluye el ministro: «A través de instrumentos energéticos estamos creando una cantidad de nexos de complementariedad y cooperación en otras áreas de la economía. Diferenciamos nuestra propuesta de integración del ALCA estadounidense. Por ejemplo: en Argentina existe una tremenda capacidad técnica instalada para el área de astilleros, construcciones navales; nosotros tenemos aquí la materia prima para hacer esos barcos: acero naval, aluminio, y la necesidad de construir una propia flota que puede incluso servir a los dos países. Pues bien, estamos firmando acuerdos con parámetros de cooperación, donde no competimos para obtener el máximo provecho comercial de Argentina y eso signifique que quebremos compañías, o compremos compañías quebradas, como ocurre en los términos del ALCA. Con nuestras necesidades, reactivar el empleo en los astilleros argentinos, pero a la vez que los insumos salgan de nuestras industrias básicas. Otro ejemplo: Argentina tiene una gran capacidad en tecnología nuclear para la medicina; nosotros tenemos grandes requerimientos aquí en ese área. A través del fideicomiso se hará una compensación en los pagos por el petróleo que estamos enviando. Pronto tendremos en Buenos Aires nuestra propia oficina de Pdvsa, esperando el nacimiento jurídico y formal de Enarsa para comenzar a hacer las alianzas que generen el marco de actividades petroquímicas».
«Petrosur existe»
No menos optimista y resuelta es la óptica desde el lado argentino. El ministro de Planificación, Julio De Vido, resumió para el Dipló, en su despacho frente a la Casa Rosada, sus conclusiones de las jornadas en Margarita: «El balance es doblemente trascendente. Primero, porque hubo una gran participación de pymes. Los negocios por 80,4 millones de dólares refieren sobre todo a carnes, vinos, frutas, jugos, textiles, calzado, etc. Son en su mayoría empresas de menor escala, para las cuales una transacción de 200.000 dólares es importantísima. Y por otro lado vemos que el producto de la venta de fuel oil a Argentina, que exigió un egreso de 240 millones de dólares, fue en definitiva utilizado para comprar productos argentinos. El fisco erogó -y el sector industrial, por aumento de precios- pero ese dinero tuvo un retorno a Argentina en trabajo, producción y desarrollo industrial. Esos son los dos principales éxitos de lo ocurrido en Margarita».
Para el ministro argentino es seguro que el intercambio «llegará a mil millones anuales. Hay 52 millones de dólares en equipo de radiología, hay dos obras importantes como la carretera en Táchira y una represa en Macagua (otros 200 millones de dólares), con lo cual prácticamente quedaría consumido el fondo fiduciario de este año y el del año próximo». En su opinión éste es «un primer paso» y no se limita a Venezuela: «Estamos planificando una nueva rueda con Venezuela para noviembre en Argentina y vamos a ver si para mediados de octubre hacemos otra con Bolivia (es una primicia: le estamos haciendo la propuesta al embajador) sobre la base de las importaciones de gas. Llevaríamos equipos de GNC para vehículos, productos alimenticios, maderas, etc. Buscamos que insumos que vienen a Argentina como resultado de una crisis de crecimiento favorezcan a los empresarios argentinos y también a los pueblos venezolano y boliviano, que van a recibir nuestros productos a mejores precios».
El impulso de Puerto Iguazú y Margarita ha echado a andar un plan ambicioso: «Antes de la ronda que programamos con Bolivia vamos a tratar de reunirnos en Caracas los ministros de Energía de Brasil, Bolivia, Venezuela y Argentina. Estamos programando esa reunión con Rafael Ramírez y Alí Rodríguez (el presidente de Pdvsa). Pretendemos que estén también los presidentes de las empresas: YPFB, Petrobras, Pdvsa y Enarsa». De Vido también asegura que Petrosur es un hecho: «Tengo una gran expectativa. Hasta ahora la relación funcionó maravillosamente bien. Tenemos comunidad de objetivos: el desarrollo energético de ambos pueblos. Enarsa es hoy sólo una semillita; Argentina produce hoy 700 mil barriles diarios y Venezuela 3 millones. Pero creemos que el desarrollo energético no tiene que ser un fin en sí mismo, sino una herramienta para el desarrollo industrial, que es lo que potencia el desarrollo social, económico, educativo de los pueblos. Petrosur ya existe. Nuestra tarea es tomar ese punto de partida y trabajar», concluye De Vido.
Esta certidumbre es compartida sin reservas por Kirchner. De regreso al país, a bordo del Tango 01, el mandatario mantuvo una charla distendida con los periodistas. En el intercambio aludió con un dejo de envidia al significado político que tiene para Venezuela el hecho de contar con los recursos de Pdvsa. Pero enfatizó el cambio que significará para Argentina la existencia de Enarsa, obrando como empresa testigo y recuperando una parte de la renta petrolera, además de ocupar un lugar, a través de Petrosur, en la OPEP. Un alto funcionario se entusiasmó además con el papel que Argentina podría jugar para moderar la política de Chávez en el complejo panorama político venezolano.
El pasado, presente
Puede haber sido casual el motivo que demoró la partida del Tango 01 en la mañana del jueves 22. El Presidente constató desde el helicóptero en el que se dirigía a Aeroparque que el dispositivo policial dispuesto ante una manifestación opositora programada para esa tarde no cumplía con la orden por él impartida de excluir las armas de fuego. Allí decidió destituir al jefe de la Policía Federal y desatar una crisis que culminaría 48 horas después con la primera renuncia en su gabinete. No es casual, sin embargo, que el viaje de Kirchner a Venezuela tensara la pugna entre dos líneas de acción opuestas por el vértice en el seno de las clases gobernantes y acelerara para unos la necesidad de minar la base de sustentación del Presidente (un episodio sangriento sería decisivo) y para otros la de defenderse. En todo caso, la simultaneidad de los acontecimientos es tanto más elocuente a la luz de los resultados de este nuevo encuentro entre el mandatario argentino y su par venezolano.
La historia suramericana y en especial la argentina ofrece innumerables ejemplos de ambiciosos objetivos frustrados a poco de ponerse en marcha. La escala que el Presidente hizo en Tarija para dar un espaldarazo al mandatario boliviano Carlos Mesa trajo a la memoria de este corresponsal uno de ellos. Mientras ambos jefes de Estado firmaban sendos acuerdos de exportación de gas y emprendimientos conjuntos («se reactivó una vieja modalidad de venta a través del gasoducto Pocitos-Campo Durán, y viene el otro gasoducto grande, en el NEA, sobre el que estamos trabajando duramente para que esté listo en el invierno de 2006», explicó De Vido), ante una muchedumbre que agitaba banderitas bolivianas y argentinas, imposible no recordar la batalla de Suipacha, ganada por las fuerzas patriotas de Tarija y Salta en dirección al corazón del poder colonial en el Alto Perú. Allí estaban Castelli y Güemes, entre tantos otros comprometidos con la Revolución nacida en el Río de la Plata seis meses antes. Pero Buenos Aires ordenó que no se avanzara. Y disolvió la formación militar vencedora, prólogo de la arrolladora contraofensiva realista y la clausura del proyecto de llegar al Alto Perú.
- «La unidad suramericana no es una quimera», Informe Dipló, www.eldiplo.org, Buenos Aires, julio de 2004.
- Chávez, después del golpe y el sabotaje petrolero; Conversaciones con Luis Bilbao, Ediciones Le?Monde diplomatique, Buenos Aires, marzo de 2003.