De Oskar Lafontaine
Editorial: Paidós
Cantidad de páginas: 260
Lugar de publicación: Barcelona
Fecha de publicación: Julio de 2000
Líder del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), el autor fue artífice de la victoria electoral que en 1998 llevó nuevamente al poder al partido más antiguo y poderoso de la socialdemocracia internacional. Nueve meses después de instalado el nuevo gobierno (y doce días antes de que la OTAN iniciara la guerra contra Yugoslavia), Oskar Lafontaine renunció a los dos cargos que ostentaba: la presidencia del SPD y el ministerio de Finanzas.
Este libro es la primera exposición pública de las causas de aquel resonante paso al costado. Político lúcido, cultivado y con amplia experiencia de aparato y de gobierno, Lafontaine esgrime definiciones netas: “Los socialdemócratas tienen la tarea política de amansar a un capitalismo feroz” y opciones estratégicas no menos claras: “Se trata de trazar y de imponer un modelo europeo de Estado social que supere al capitalismo anglosajón en la competición global entre sistemas”. La narración es franca, lineal y expone las luchas por el poder dentro y fuera del SPD. Pasada la euforia por la caída del muro y ante un nuevo lance electoral, Lafontaine vio llegada su hora: “había que proceder a la renovación de la imagen de esa vieja ñoña que era el SPD”. Para el presidente del partido es claro que “Los socialdemócratas sólo tienen la posibilidad de alcanzar mayorías políticas si representan los intereses de los trabajadores, los desocupados y los jubilados”. Con esto en vista, él y su equipo delinearon un programa electoral y, respaldados en los Jusos (juventud socialista) vencieron la resistencia interna. “Animados -afirma el autor, diciendo tal vez más de lo que se propone- nos dispusimos a seguir puliendo la imagen pública del partido. Para ello había que encontrar una buena agencia publicitaria”. La consiguieron y no repararon en medios: “gastamos mucho más dinero que nuestra contrincante, la CDU/CSU”, reconoce Lafontaine, además de informar que, para encarnar al candidato a canciller, Gerhard Schröder, contrataron al actor Michael Douglas. Tanto empeño tendría sus frutos. La victoria, sin embargo, sería la derrota de su gestor. El nuevo canciller desconoció el programa y de hecho aplicó la política contraria, es decir, la continuidad del llamado “neoliberalismo”. Vencido, Lafontaine renunció.
Un año después, con mesura no exenta de coraje, el autor denuncia el papel de la gran prensa; expone su opinión sobre la Tercera Vía: “el comunicado de Schröder y (el primer ministro inglés Anthony) Blair es una sarta de banalidades y de conceptos ambiguos, no sirve para un debate programático serio”; enfila certeros y filosísimos dardos contra el partido Verde y contra “la hipocresía de la izquierda intelectual”; esboza un programa económico de corte keynesiano y reivindica el papel de la socialdemocracia como alternativa histórica frente al “capitalismo anglosajón”. No está claro si con esta obra Lafontaine se limita a explicar su fracaso o vuelve al ruedo para enfrentar al SPD. En todo caso, el ministro de Finanzas derrocado por la lógica del Euro reconoce que “con la caída del antiguo sistema polar de izquierdas, no se acabó definitivamente la competencia mundial entre los sistemas”.