El próximo septiembre, el Frente Amplio de Uruguay celebrará el más importante Congreso de su historia: la izquierda uruguaya podría ser gobierno en un par de años y debe homogeneizar su discurso y accionar. Las opiniones de las diferentes tendencias confrontan en el bloque de izquierdas más antiguo y original de América Latina.
Flanqueado por dos vecinos gigantescos de aliento entrecortado, Uruguay oscila entre el temor al impacto de la crisis combinada de Brasil y Argentina y la euforia que despierta en las filas del Frente Amplio la expectativa inversa: “Si en 2002 se concreta la anunciada victoria del Partido dos Trabalhadores, los sondeos que hoy le dan al Encuentro Progresista-Frente Amplio (EP-FA) un 44% en las intenciones de votos se transformarán en 2004 en el triunfo de un gobierno de izquierda. Y hay que ver si para 2003 no se afirma una coalición de signo semejante en Argentina y toda la región abandona el neoliberalismo y cambia de rumbo”, se entusiasma un dirigente del sector “moderado” del Frente Amplio.
Contrasta este optimismo con el paisaje montevideano en un invierno gélido por partida doble: el viento cortante que viene del Río y la ostensible pobreza de la alguna vez llamada “Suiza de América”. Sin embargo, con apenas matices, las múltiples fracciones que componen el FA coinciden en la verosimilitud de tal pronóstico. Acaso esta esperanza, entrelazada con una singularidad organizativa que ya lleva treinta años de vida, mantiene unidas a tendencias francamente divergentes, que disputan programas, planes de acción y definiciones ideológicas en el laberinto de esta coalición formada en 1971 por el Partido Comunista, el Partido Socialista, la Democracia Cristiana y una cantidad de agrupamientos menores, que hallaron su punto de unidad en la presidencia del general Líber Seregni.
Por aquel entonces el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros ocupaba el centro del escenario político con su guerrilla urbana. Un “brazo político” de los insurgentes, el Movimiento 26 de Marzo, presidido por el escritor Mario Benedetti, también participó como fuerza fundadora del FA. Luego vendría la progresiva militarización del régimen y en 1973 la huelga general del Plenario Intersindical de Trabajadores –la central obrera conducida por los partidos comunista y socialista–, el golpe militar, la dictadura…
El retorno de la democracia, en 1984, ratificó la vigencia del FA, al cual se sumarían formalmente Tupamaros y otros agrupamientos revolucionarios hasta entonces fuera de la coalición. Más tarde, los coletazos del derrumbe de la Unión Soviética fracturaron y debilitaron al extremo al Partido Comunista. Al interior del FA, como en todo el mundo, cambiaron las posturas ideológicas y las relaciones de fuerza. El centro hegemónico se desplazó hacia el Partido Socialista, Asamblea Uruguay y Vertiente Artiguista, tendencias consideradas “moderadas”. Pero a diferencia del resto del mundo, el FA se transformó en una potente fuerza electoral. En 1989 la izquierda ganó en Montevideo y llevó a Tabaré Vázquez al gobierno municipal. Una década después el mismo Vázquez perdió por escaso margen la elección presidencial en la segunda vuelta, pero el EP-FA se afirmó como partido mayoritario frente a los tradicionales Blanco y Colorado, obligados a deponer rivalidades históricas para impedir la victoria de la izquierda(1).
Actualización
“Un día histórico”, nos explica el diputado Carlos Baráibar, refiriéndose a la exitosa convocatoria del FA a todas las cámaras empresarias, para celebrar el 18 de julio, aniversario de la jura de la Constitución. “No faltó nadie, excepto los banqueros”, se congratula el dirigente de Asamblea Uruguay. Concurrieron también representantes de la central obrera PIT-CNT, de la Universidad y de diferentes denominaciones religiosas. Frente a ellos, Tabaré Vázquez desplegó un Plan de Emergencia. El programa apunta a la reactivación productiva con 15 medidas, entre las cuales la sustitución del Impuesto a los Activos Bancarios (IMBA) por un impuesto a los débitos bancarios (cuentas corrientes y plazos fijos), reducción a la mitad del depósito obligatorio para los exportadores en Banco Central, baja de la tasa de interés para el consumo, aumento de reintegros por exportaciones, barreras arancelarias y cupos de importación para bienes de consumo, rebaja selectiva de tarifas de energía eléctrica y combustible, y un plan de viviendas y de obras públicas. El documento advierte que “El Uruguay está en emergencia nacional (…) Pero la emergencia social es urgentísima”, y propone un Plan Alimentario para niños menores de cinco años, asistencia social y económica a jefes de familia desocupados, seguro de desempleo para trabajadores rurales. Los recursos para financiar estas medidas provendrían de un aumento de la presión fiscal “sobre las ganancias elevadas de personas físicas y sobre los consumos suntuarios”.
La respuesta fue positiva: “Las cámaras empresariales y el PIT-CNT apoyaron el plan de reactivación del EP”, titulaba en portada al día siguiente el diario La República. “Medidas del FA obtienen buena acogida por parte de empresarios”, reafirmó también desde el titular principal La Juventud.
En implícita respuesta, el ministro de Economía Alberto Bensión declaraba en una cuidada entrevista: “Si me dieran plenos poderes, mañana decreto toda la serie de reformas estructurales (para acabar con el déficit fiscal)”(2). Y el presidente Jorge Batlle proponía al Mercosur una elevación de aranceles comunes. La prensa tradicional hizo hincapié en las contrainiciativas oficiales y poco menos que ocultó el encuentro de empresarios y el EP-FA. Pero los medios frenteamplistas tienen un peso considerable: La República, un diario de gran tirada, no oculta su simpatía por la coalición de izquierdas; La Juventud, también cotidiano, es el órgano del Movimiento 26 de Marzo (M26M, desde hace años desligado de Tupamaros y definido como marxista-leninista). Aquél utiliza las dos primeras letras de la sigla y éste las dos últimas para referirse al EP-FA, signo diferenciador más que suficiente para los entendidos: uno acentúa la “actualización”, el otro la “tradición” del FA. Pero ambos sostienen a Tabaré Vázquez y saludan la convergencia con el empresariado, aunque La Juventud no deja de denunciar la activa participación en el encuentro de Hugo Manini Ríos, terrateniente y “fundador de la Juventud Uruguaya de Pie, grupo fascista que actuó en la década del ’70 e indicado como integrante del Escuadrón de la Muerte”(3). Además de dos diarios, la izquierda cuenta con la radio de mayor audiencia (CX 36, también del M26M) y con varios semanarios, independientes o formalmente portavoces de tendencias internas del FA.
La unidad política, sin embargo, no excluye duras confrontaciones y sucesivas crisis. En 1995 Seregni renunció a la presidencia del FA, tras una sorda confrontación en torno al apoyo a la reforma electoral que daría lugar al ballotage. Dos años después, su sucesor, Tabaré Vázquez, hizo lo propio ante la negativa de Jorge Zabalza, edil (concejal) montevideano y miembro del Movimiento de Participación Popular (MPP), bloque hegemonizado por el MLN-Tupamaros, a votar a favor de la privatización del Hotel Casino. La oposición de Tupamaros a la conducta de su edil daría lugar a una fractura del MPP y Zabalza, junto con el entonces senador Helios Sarthou y otros agrupamientos rebeldes impulsarían un nuevo bloque interno: Corriente de Izquierda. Mientras tanto, Vázquez proponía una “refundación del Frente Amplio”, con el propósito de delimitar las posiciones del EP-FA y precisar los ámbitos de toma de decisiones. Un año más tarde quedó constituido el Encuentro Progresista “como alianza política con carácter permanente (…) Son sus integrantes el Frente Amplio, Partido Demócrata Cristiano, Corriente 78 y Batllismo Progresista. Este acuerdo obliga al acatamiento de los compromisos políticos y programáticos, al igual que el respeto irrestricto a los mecanismos de resolución que se establecen”(4). En las filas del FA esto se traduciría mediante la propuesta de “actualización ideológica”, sobre la que deberán resolver unos 1.500 delegados al IV Congreso del Frente Amplio, los días 21, 22 y 23 de septiembre próximo.
Hacia el Congreso
No será una resolución sencilla. El 1° de junio pasado la comisión encargada de elaborar el anteproyecto para el Congreso culminó su labor con dos documentos: uno presentado por Vertiente Artiguista y avalado por la mayoría, otro defendido por Corriente de Izquierda. “No consideramos que el proyecto de Encuentro Progresista haya cumplido sus objetivos –dice el texto minoritario– hacemos manifiesta la preocupación ante el deshilachamiento de los fundamentos que originaron al FA; tememos que nos encaminemos a otra Concertación Democrática a la chilena, convirtiendo a la izquierda en ejecutante de las directrices del gran capital o, más triste, que terminemos en la catástrofe del Frepaso argentino”. Con el correr de los días otros agrupamientos (Partido Comunista, MLN, M26M), aportaron precisiones que los distancian del documento oficial.
Baráibar es optimista y terminante: “La actualización ideológica debe hacerse en unidad y a partir de reafirmar los principios”; y agrega: “Hay que asumir que el proceso de transformaciones al que aspiramos transcurrirá en los marcos del sistema capitalista”. Ex dirigente de las juventudes cristianas de América Latina y ex presidente de la Cámara de Diputados, Baráibar subraya que “el FA nunca tuvo una definición socialista. José Mugica (actual senador por Tupamaros) dice que el FA era complementario a la guerrilla. Pero en verdad era lo opuesto. Eso no implica aceptar las injusticias del capitalismo. Pero hay que asumir los límites que inevitablemente va a tener un gobierno progresista”.
Fernando Vázquez, miembro del M26M y de la dirección del FA, sostiene que lo principal es llevar el debate a las bases. “Hay que llevar alegría y cultura a los barrios y con ella la línea política del FA al pueblo”. En otro orden insiste en “terminar con las privatizaciones y tercerizaciones internas: se llega a dar concesiones para hacer una rifa, para vender panchos o cerveza”. Desde la redacción de La Juventud afirma que “tenemos que aceitar las Coordinadoras y los Comités de Base. Cuando esto no ocurre, como ahora, se pierde la participación”.
Seguro de contar con amplia mayoría, Manuel Laguarda, secretario general del PS, nos expone el punto exacto de la actualización: “Hemos pegado un salto en los últimos 15 años. Tenemos programas más realistas, más posibles, más serios. Pero no hemos hecho lo mismo en materia ideológica. La actualización no es otra cosa que la formulación ideológica de lo que estamos haciendo desde el ’85”. En su consultorio médico de un barrio elegante, Laguarda explica que el documento respaldado por el PS “apuesta a la transformación democrática, paso a paso”. Y agrega otro factor: “El proyecto progresista no sería viable sin una estrategia internacional. Nuestro partido integra la Internacional Socialista y el Foro de São Paulo. Tenemos que integrarnos; y privilegiar la Unión Europea para no dar pie al ALCA”.
Desde la Corriente de Izquierda, Sarthou desgrana sus reflexiones con gesto apasionado: “Estamos obligados a un replanteo ideológico. Los medios fabrican un hombre adaptado. Los partidos de izquierda abandonaron el trabajo capilar; ese lugar lo ocupan las sectas religiosas. Se ha perdido la bronca contra la injusticia. La fatalidad neoliberal ha ganado al hombre de la calle. La idea enajenante de conquistar el gobierno a todo precio está respaldada por la gente en su desesperación. Y se han vaciado los Comités de Base: si no se restablecen, al Congreso se va simplemente a levantar la mano”.
En coincidencia con estas apreciaciones, un artículo resumía recientemente desde el título el clima social que muchos creen ver en Uruguay: “Causa sin rebeldes”(5). Desde el otro margen del Plata el panorama se observa diferente.
- En las elecciones del 31 de octubre el EP-FA obtuvo en primera vuelta el 40% de los votos. Cuenta con 12 senadores y 40 diputados.
- Búsqueda, Montevideo, 19-7-01.
- “Las vueltas de la vida”, La Juventud, Montevideo, 19-7-01.
- M. Aguirre Bayley, Frente Amplio: la admirable alarma de 1971, Ed. La República, Montevideo, 2000.
- Ivonne Trías, Brecha, Montevideo, 10-7-01.