Además de imágenes de desesperación y violencia, desde España llegan otras noticias: el franquismo redivivo se propone crear en América Latina una Internacional Parda, a la que ha bautizado Partido Popular Iberoamericano (PPI). “Tenemos –dijo la secretaria general del PP de España, María Dolores de Cospedal– buenas relaciones con partidos hermanos de Iberoamérica, del Norte, Centro y Sur y de Portugal, pero no una gran organización (…) un partido iberoamericano y americano que permita tener una organización política global de centro-derecha a los dos lados del Atlántico”, en condiciones de “enfrentar el populismo y la antipolítica”.
Al mando efectivo está el ex presidente José María Aznar. Detrás de él, la ultraderecha europea y estadounidense, que lo financia y cubre apariencias a través de la Faes (Fundación para el análisis y el estudio social).
El nonato Partido Popular Iberoamericano se proyecta como extensión del existente a escala europea (cuenta con 73 partidos de 40 países) y toma como modelo al Partido Popular de España, contra el cual se levantan las masas de aquel país, otra vez a manos del franquismo y en tirabuzón por el abismo económico y la confrontación social. “Es responsabilidad del centro-derecha político iberoamericano, como en su momento hicimos en España, dejar a un lado las diferencias para construir grandes alternativas”, abunda Cospedal.
Cambio de tono
Extemporáneo, absurdo, el propósito tiene sin embargo fundamentos sólidos. En las principales economías latinoamericanas el desarrollismo tardío repite su historia y vuelve a mostrarse impotente. Como en los años 1950 y 1960, al cabo de un fugaz período se revela como máscara engañosa del crecimiento. Y bajo el camuflaje de índices equívocos reproduce desigualdad y superexplotación, mientras la pobreza sigue imperturbable su tendencia ascendente. También reiteró su capacidad, hay que admitirlo, para confundir y arrastrar a innumerables cuadros políticos que pudieron tener mejor destino.
Sobreviene así otra vez el estrangulamiento. Varios países de América Latina están ya de lleno o al borde de una crisis clásica de proporciones mayores a las del pasado, por lo mismo que hoy se inscribe en un mundo en el cual el agujero negro, con su poderosa fuerza de irrefrenable succión, está en los países centrales.
Así, quiéraselo o no, la región avanza hacia el choque entre revolución y contrarrevolución. La mixtura híbrida de socialdemocracia con neodesarrollismo, dominante en las últimas décadas en más de un elenco gubernamental de la región, no puede frenar esa marcha.
A diferencia del período en que aquel experimento de salvataje capitalista tuvo su hora de gloria, medio siglo atrás, en la reiteración del fracaso hay una alternativa visible para los millones de seres humanos acosados por el capitalismo. Con los países del Alba se yergue una propuesta lúcida, autóctona, potente, para acometer la transición al socialismo.
Se entiende entonces que el fascismo contemporáneo pretenda expandirse hacia estas latitudes. Un aparato internacional organizado desde los centros imperiales, para articular la respuesta fascista a la crisis del sistema en América Latina. Eso pretende ser el PPI.
Reemplazo
Reiterando la secuencia vivida en España, Aznar viene con su proto PPI a reemplazar a Felipe González y su extensión, José Rodríguez Zapatero, es decir, la socialdemocracia. Testaferro de la Internacional Socialdemócrata para la penetración del imperialismo europeo en América Latina, el Psoe actuó como punta de lanza para desviar y corromper procesos y cuadros revolucionarios. Agotado su papel, cuando las dificultades arrecian y el progresismo ya no cotiza, desde Bruselas y Washington apelan al fascismo del siglo XXI. El capital necesita ahora que el puño sanguinario reemplace a la urbanidad reformista. Hace décadas una mente lúcida lo resumió: los socialdemócratas son los porteros del fascismo.
Encargado de armar la estructura del PPI está José Ramón García Hernández, secretario de Relaciones Internacionales del PP. Cuenta con el Partido Republicano de Estados Unidos y Renovación Nacional, del presidente chileno Sebastián Piñera. Son “organizaciones hermanas”, explica García. Álvaro Uribe, ex presidente de Colombia y Mauricio Macri, alcalde de la ciudad de Buenos Aires, son también de la partida. Por cálculo electoral, Macri se mantiene tras bambalinas. Colaboran igualmente plumas previsibles como las de Mario Vargas Llosa y Jesús Montaner, entre otros portavoces de la CIA. La mesa está servida. Según García, el objetivo demorará “algunos años en implantarse, pero en un año y medio podrían sentarse las bases para comenzar a constituirse”. Cospedal tiene otros planes: espera que la Internacional Parda “fragüe en algunos meses”.
Espacios
En el espejo de estos movimientos estratégicos del gran capital internacional aparecen con mayor claridad las carencias de la respuesta anticapitalista. Pasó mucho tiempo desde que el presidente Hugo Chávez convocó a la edificación de la V Internacional. No sólo las diversas variantes del extenso arco socialdemócrata y neodesarrollista faltaron a la cita. El sinuoso y ahora acelerado proceso de recomposición de fuerzas en América Latina y el Caribe, no puede demorar su responsabilidad.
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