¿Cómo considera la última declaración de Hugo Chávez, en diciembre de 2012, cuando dijo que iba a regresar inmediatamente a Cuba para más tratamiento médico?
A la luz de lo ocurrido posteriormente, está muy claro que el Comandante Chávez tenía un pronóstico negativo de su propia suerte inmediata. Entonces ahí se comportó como un genuino revolucionario, como un hombre de esa estirpe que parece extinguida: hombres y mujeres dispuestos a dar la vida por la tarea empeñada, la tarea revolucionaria.
Y él con muchísima frialdad programó su post-muerte. No hay muchas personas capaces de hacer eso. Y entre los muchos rasgos sobresalientes de Hugo Chávez está ese. Como digo, un verdadero Comandante. Porque hay mucha gente que se llama comandante, o jefe o dirigente, pero en la práctica, un verdadero dirigente revolucionario, aquel que se traza un objetivo, sabe que tras ese objetivo se van a perder vidas, se van a malograr muchas situaciones individuales y sin embargo continua. Y ¿por qué continúa? Bueno, porque en primer lugar está dispuesto a dar su vida y malograr su suerte. Entonces él programó con muchísima precisión y yo creo, con un finísimo sentido de los equilibrios políticos, la fórmula que debía continuarlo en el gobierno. Y no es casualidad que haya puesto a Nicolás Maduro como su candidato, por muchas razones. Ya hay un partido en Venezuela. Hay un partido de masas. Y ese partido de masas justamente, por su condición de masas desde el origen, no podía así no ser heterogéneo, compuesto por muy diversas tendencias. Pero eso era clave, fue uno de los debates previos en el periodo preparatorio del partido, si debía ser un partido que se unificaba por una ideología o si se debía unificar por un programa, una estrategia y un plan de acción. Y privó esto último, porque justamente la gran tarea de ese partido era conseguir la unidad social y política de las grandes mayorías.
Y eso no se puede conseguir con unidad ideológica, y mucho menos si esa unidad ideológica es una definición de carácter marxista. Entonces a mí me tocaba defender en ese momento una posición que parecía sumamente contradictoria, incluso para muchos oportunistas. Porque yo con una definición netamente marxista, con la convicción de que el final del proceso revolucionario anticapitalista requiere de un partido de cuadros revolucionarios, yo sostenía que el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) no debía tener su punto de unidad en la ideología sino en el programa, en la estrategia y en un plan de acción concreta.
Entonces, un partido así, heterogéneo, compuesto por múltiples tendencias, pero incluso con ideologías diferentes en el interior, tenia el punto de unidad y de equilibrio, en el momento de su fundación la figura de Comandante Hugo Chávez.
Pero muerto él, como él se imaginó a sí mismo, se planteaba un problema muy grave. Si él dejaba la sucesión librada a la suerte, en este momento estaríamos en Venezuela en una situación extremadamente grave.
Hagamos un paréntesis. No es solamente porque se trata de un partido de masas y que no tiene como homogeneidad en sus cuadros y unidad ideológica. Conocemos la historia del Partido Comunista de la Unión Soviética que sí tenía unidad ideológica y la tenía muy sólida, muy firme, probablemente como nunca antes o después la tuvo un partido con aval de masas.
Y sin embargo cuando muere el principal líder, el hombre que por su pasado y por su presente constituía hasta el momento de su enfermedad el eje de la unidad del partido, aquél que era capaz de resolver las situaciones altamente conflictivas, que afrontaba los grandes desafíos de la Revolución Rusa, muerto él se desata la lucha de tendencias y termina en la degeneración completa, en la frustración completa, en la negación del Partido Comunista de la Unión Soviética, para transformarse en otra cosa que se llamó Partido Comunista de la Unión Soviética, pero no era lo mismo.
Entonces, no es fácil para los enemigos de la noción teórica de un partido de masas, que hemos ido afirmando en los últimos años, decir que las dificultades provienen del carácter del partido. En cualquier partido pasa una cosa así cuando muere su líder principal. Ahora, si en cualquier partido pasa eso, en el PSUV, había muchas más razones objetivas para que el problema fuera mayor, que los conflictos fueran mayor. De manera que Chávez mostró una gran lucidez, una mirada estratégica de verdadero conductor revolucionario y además, como decía antes, una condición de líder genuino, dispuesto a poner completamente en segundo lugar su situación y dar las indicaciones necesarias para garantizar la continuidad de la Revolución.
Y creo que lo consiguió. Yo acompaño esta Revolución desde su inicio mismo y he estado en todas las grandes concentraciones y movilizaciones que ha habido desde el año 1999. Nunca vi lo que estoy viendo en estos últimos 15 días. Esa consigna que espontáneamente surgió de la población, “Chávez no murió, se multiplicó”, es exactamente descriptiva de la realidad. Hoy hay más movilización, hay más combatividad, hay más determinación en las masas que veo movilizándose cada día. La campaña electoral todavía no comenzó y las movilizaciones son, como digo, inéditas. Así que, por un lado la confirmación de que una medida adecuada de Chávez como es esta de designar al candidato que debía ser aceptado y que fue inmediatamente aceptado, esto también es un dato muy importante. No se ha demostrado ni una fisura en el Partido. Y no se ha demostrado ninguna fisura sin dejar de sostener la noción de partido múltiple, con muchas tendencias internas. De manera que yo creo que hay mucho para aprender en el mundo de lo qué está ocurriendo en Venezuela y de por qué está ocurriendo. Insisto básicamente en esas decisiones de Chávez que, concentrando todo el poder, desde 6 años atrás y sin ninguna necesidad aparente de ceder ese poder, lo que hizo fue entregarlo creciente, gradualmente, a organismos de masas de la población, los consejos comunales y construyendo un partido en el cual descentralizar y fortalecer el poder.
Como si hubiese previsto su cercano fin. Pero yo no creo que esto fuera la razón por la que él tomó esas decisiones, sino porque había desentrañado algo que a los teóricos marxistas durante décadas no les pudo entrar en la cabeza. Había desentrañado dos fenómenos: en primer lugar, la necesidad de un partido, contra todas las corrientes movimientistas, frentistas, que no comprenden la diferencia entre un frente, un movimiento, y un partido. Él se definió por la construcción de un partido, férreamente centralizado sobre la base de una amplísima democracia previa a la toma de grandes decisiones.
Todos los documentos axiales del partido fueron discutidos, como se discutió aquí la Constitución en 1999, es decir, por el conjunto de los afiliados; un proceso absolutamente extraordinario en el cual se preparaban documentos y esos documentos iban a las bases del partido. Desde ahí se discutían, luego se hacían congresos regionales, luego congresos nacionales. El congreso nacional fundacional del Partido duró tres meses. Y en esos meses, los congresistas, elegidos democráticamente. Siempre a ese “democráticamente” se le pueden poner bemoles, porque seguramente los hubo. Hubo maniobras de aparato, fraccionales, intentos de cooptación. Pero básicamente los iniciales casi 3 millones de afiliados del Partido, discutieron los documentos, los enmendaron. Esas enmiendas venían de a por cientos y había un equipo muy pequeño que conjugaba las enmiendas que venían de los Congresos, porque el congreso era un continuo, no era un congreso de tres días, era un continuo de mucho tiempo. Y ahí se fue forjando una plataforma conceptual en términos de partido, conceptual en términos del mundo en este que estamos viviendo, y conceptual en términos de la estrategia que debíamos tener. Todo esto lo discutieron casi 3 millones de personas durante muchos meses. Entonces esto cobró una fuerza singular que ahora estamos viendo, que ahora estamos viendo.
En diferentes comentarios que he escuchado leído se asegura que, aunque el proceso va hacia el socialismo, la sociedad y la economía, dicen muchos, es todavía predominante capitalista. Aunque ha habido varias fases de nacionalización de varias industrias y otras medidas económicas, como ven en el liderazgo la continuidad hacia el socialismo. ¿Cómo ve usted desencadenar ese proceso?
Nunca es fácil predecir. En primer lugar lo que hay que decir es que nadie, mucho menos en la dirección, puede ser que activistas de base crean que Venezuela es un país socialista, pero ningún miembro de la dirección confunde la realidad. Y la realidad es que Venezuela es un país capitalista, que ha iniciado la transición al socialismo. Las nacionalizaciones pueden ser un punto importante en la transición al socialismo, pueden no serlo. Pueden ser un punto en transición hacia cualquier otro destino. Lo hemos visto muchas veces y en muy distintos escenarios en América Latina y en el mundo. Entonces nadie se confunde al respecto lo de la realidad actual del país. La economía venezolana es una economía capitalista. Pero hay una determinación estratégica y una constante aplicación táctica de una política de transición. Una política de transición que, hay que decirlo, no tiene una teoría. Aquí, Gloria, tu sabes mis definiciones ideológicas de manera que cuando hago esta crítica, de alguna manera también estoy haciendo una autocrítica. Pero aquí ha fallado la teoría marxista en el sentido de los portadores de la teoría. Los hombres y mujeres que durante décadas han defendido la teoría marxista, en primer lugar demoraron mucho en comprender que había aquí una Revolución. En segundo lugar unas fracciones importantes que jamás lo entendieron hasta el día de hoy. Y en tercer lugar, aquellos que sí lo entendieron, no hicieron un esfuerzo a la medida de las circunstancias para contribuir con ese saber teórico que el marxismo lo da.
Y entonces, aquí se está haciendo una Revolución que va delante de la teoría. Y esto es una virtud extraordinaria por un lado y engendra, a su vez, una cantidad de riesgos. Porque del otro lado no hay un ente pasivo. Estados Unidos, y el imperialismo en general, la socialdemocracia, y ahora hasta el Vaticano, actúan, y actúan con un plan contrarrevolucionario para confundir, dividir, paralizar y eventualmente atacar.
Entonces, esta es la situación. Yo no tengo ninguna duda que en el próximo periodo se va a acelerar la transición. Ahora, la forma concreta, sería poco serio intentar preverla ahora. Porque la forma depende de una cantidad de factores. Y es correcto que nadie tenga un plan que, rigorosa, minuciosa, y obligadamente, va a seguir de antemano. La Revolución se hace sobre las relaciones de fuerzas que se van creando, y éstas van cambiando minuto a minuto, porque no son relaciones de fuerzas meramente nacionales sino internacionales. Entonces hacer cualquier planificación estricta, rigurosa, mecánica de una transición, carece de seriedad teórica en primer lugar, y carece de futuro político.
Sí, como lo que paso con la Revolución Cubana, que es la más cercana en Latinoamérica, la cual pudo derrocar el Estado y formar uno completamente nuevo. Cuba tuvo la ventaja, y también la Unión Soviética, de poder tomar medidas inmediatas con el respaldo de un nuevo Estado. La revolución comenzó de un modo completamente diferente. Lo que tenemos que hacer es apoyar el proceso y detener al imperialismo.
Ahora, usted hablaba de la situación política del trabajador y movimiento laboral mundial.
Te decía hace un minuto que la teoría marxista va detrás de la acción revolucionaria. Este no es un defecto de la Revolución Bolivariana o un defecto de Venezuela: es una realidad mundial. Pero ese retraso -degeneración, podría llegar a decir, de la teoría marxista- no es algo que ocurre meramente en el campo de la teoría, sino que se corresponde con un retroceso muy profundo de la clase obrera internacional. En las últimas décadas -muchas décadas ya- los partidos comunistas y los partidos socialistas, se llamaran socialistas o socialdemócratas, abandonaron por completo su programa, cualquier definición anticapitalista, y cualquier práctica anticapitalista.
Peor aún los sindicatos. Los sindicatos han sufrido una profundísima degeneración que los ha convertido claramente en mecanismos de transmisión de las ideas y de las necesidades del capitalismo al conjunto de la clase obrera. Y para equilibrar mínimamente ese modo de vivir de los sindicatos, transmiten también las necesidades económicas de la clase trabajadora, o estrictamente laborales. Pero han abandonado por completo la idea de la emancipación del ser humano.
Entonces todo eso nosotros lo tenemos multiplicado en Venezuela porque en Venezuela hay una revolución. Y contrariamente a lo que se dice dogmáticamente, yo voy a poner un ejemplo muy preciso. Hace unos años se estatizó, se nacionalizó una empresa metalúrgica muy grande, Sidor, una siderúrgica, y los compañeros de distintas corrientes marxistas dijeron que esto era el resultado de la presión de la clase trabajadora sobre el gobierno, porque el gobierno supuestamente no había querido nacionalizarla pero la movilización de los trabajadores lo obligó al gobierno a estatizar esa empresa, que, entre paréntesis, era una empresa de capital argentino. No es exactamente así, porque ese capital argentino es un camuflaje del Vaticano, pero esa es otra historia en la que no vamos a entrar ahora.
Ahora, yo conozco muy de cerca ese proceso. Hubo, efectivamente durante tres meses, una movilización obrera en el complejo siderúrgico de Sidor. Pero esa movilización era por aumento del salario. Excluía absolutamente cualquier otra consigna que no fuera aumento del salario. Y en ese momento, cuando el movimiento sindical está chocando con su patronal; la patronal, muy firme, muy convencida además (probablemente asesorada por algún marxista muy inteligente) de que el gobierno de la Revolución Bolivariana podía no dar un aumento de salarios. Entonces, en un determinado momento, Chávez estatizó la empresa. Y deja estupefacta a la patronal de Sidor, y el gobierno argentino entre paréntesis, que la apoyaba.
Allí tenemos una prueba muy clara de que hay un retroceso enorme y eso es uno de los puntos débiles de la Revolución y yo diría que el más débil; el hecho de que el conjunto de la clase trabajadora no esté al nivel de lo que está ocurriendo con el conjunto del país. Esto es una anomalía histórica.
Nunca ha habido una revolución donde la conducción revolucionaria fuera tan despegada de la clase obrera. Muy cerca de otros sectores de la sociedad, pero no de la clase obrera y sobre todo, de la clase obrera industrial. Y esto tiene que ver con el retroceso general de la clase obrera en el mundo. Pero tiene que ver, yo diría, principalmente, con el papel nefasto que cumplen dos corrientes del marxismo.
Una es la corriente reformista. El Partido Comunista de Venezuela (PCV) se negó a Integrar el PSUV, y por tanto le negó toda la formación marxista que tienen muchos cuadros honestos, combativos, entregados del PCV. Pero además, el PCV mantiene en todos los terrenos una posición de freno al proceso revolucionario.
El Partido Comunista hizo un congreso especial cuando Chávez declaró el carácter socialista de la revolución en Venezuela para oponerse a esta definición, planteando que la revolución debía ser democrática y antiimperialista, pero no socialista. Esa es uno de los corrientes del marxismo que influye negativamente, frenando. Pero hay otras corrientes divididas en múltiples, pequeñas, ínfimas fracciones que mantienen la posición clásica del izquierdismo que condenaba Lenin.
Yo quiero recordar algo aquí, para los compañeros que en Estados Unidos no estén enterados y que todos debieran saber, porque la historia de la Revolución Rusa hay que estudiarla. Todos saben que en un determinado momento a Lenin le dieron un balazo en la cabeza. ¿Quién le dio el balazo en la cabeza a Lenin? ¿El imperialismo, el zarismo, el capitalismo? No. Los llamados Socialistas Revolucionarios, que eran una corriente de izquierda, supuestamente, que condenaba Lenin desde la izquierda.
Salvando las distancias porque nadie ha llegado a esos extremos, pasa lo mismo. Una incomprensión absoluta. En primer lugar, de algo que justamente fue el rasgo distintivo de Chávez, porque hay muchos rasgos singulares valiosísimos de Chávez, pero el principal era su visión internacional de la realidad nacional. Algo por lo cual los marxistas hemos luchado toda la vida, comprender la realidad nacional a partir de la visión de la situación internacional. Compañeros que se llaman internacionalistas y de cuya voluntad revolucionaria, de cuyo coraje e integridad personal yo no tengo ninguna duda, pero esos compañeros no comprenden el mundo en que viven. No comprenden que llevamos 3 años de crisis grave en los países centrales y no ha habido una huelga general. Y esa crisis se acrecienta cada día, golpea de manera brutal en términos económicos y sociales en conjunto a la población, y particularmente al movimiento obrero, a los trabajadores. Y sin embargo, no hay una reacción ni siquiera sindical.
Ese tipo de conductas sociales crea una relación de fuerzas al interior de cada país, pero también a nivel internacional. Si la Revolución Socialista de Venezuela rompiera determinados equilibrios sin tener la garantía de poder aunar su estrategia con la estrategia de los obreros del mundo, sería aplastada inmisericordemente por el imperialismo. Entonces, hay un grado de ceguera, en primer lugar, y de irresponsabilidad en segundo lugar, en estas organizaciones, que abruma y preocupa mucho. Y aquí volvemos al carácter del PSUV.
Ese partido que le da unidad social, es decir, que aúna, hoy tiene casi 8 millones de afiliados, aúna al conjunto de la sociedad oprimida y explotada, y le da unidad política porque esa unidad se traduce en un programa de acción política, se traduce en lecciones, se traduce en la lección de, no solamente los presidentes, sino de los diputados, de los gobernadores, de los alcaldes. Así va creando una relación de fuerzas completamente negativa frente al capital.
Pero naturalmente, tiene una cantidad de factores en pugna al interior. En pugna ideológica, pero también en pugna de intereses. Porque la clase trabajadora venezolana — y ahora empezamos a corregir esta definición —va dejando de lado, por una parte, a los sindicatos reformistas, a los partidos reformistas, y por otro, pone un margen a las fuerzas izquierdistas en el sentido leninista de la palabra.
Y entonces está adquiriendo nuevo peso. Pero detrás de esta fractura objetiva que había en el movimiento político hasta ahora, hasta los últimos dos años en Venezuela, lo que había era un carácter de aristocracia que supone, frente al resto de la sociedad oprimida, el ser obrero industrial en Venezuela. Los obreros industriales en Venezuela, que porcentualmente son muy pocos, son un élite del movimiento obrero porque son obreros petroleros que tienen muy buenos salarios, y son obreros de las grandes empresas metalúrgicas, que también tienen muy buenos salarios. Todo eso se ha ido homogeneizando, pero insisto en esto: toda esa tarea de homogeneización, de educación y de organización se hizo a pesar de las direcciones sindicales y políticas en el movimiento obrero.
Yo vi algo similar en Bolivia, en 2010 cuando fuimos allá, en defensa del gobierno de Evo Morales.Ccuando vi una manifestación de mineros en la calle, les pregunté porque estaban en huelga, y dijeron que estaban enojados con Evo Morales, que había propuesta una pensión para la gente que nunca habían tenido pensión, taxistas y trabajadores domésticos. Y dijeron los mineros: ‘nosotros hemos trabajado por años contribuyendo a una pensión, ¿por qué Evo Morales ahora comienza una para esta gente que nunca contribuyó? Es esa conciencia de élite.
Sí, pero además hay otra cosa. En Bolivia, en el caso particular de Bolivia, la COB fue la gran vanguardia obrera latinoamericana. La COB llegó a formular uno de los programas más avanzado que ha tenido la clase obrera latinoamericana. Pero, justamente por un conjunto de factores, no puede ser simplemente atribuido a tal o cual dirección política o sindical, después de muchos años de combinación muy extraña pero muy eficiente entre el reformismo y el izquierdismo (en el sentido, insisto siempre, con el que Lenin usaba esta palabra, es decir, como enfermedad infantil del comunismo) destruyeron a esa organización.
Cuando empezó a producirse una revolución en Bolivia, ocurrió lo mismo que en Venezuela. Esa antigua vanguardia que ahora es más bien una aristocracia obrera, salvando las diferencias incluso en los dos países, no comprendieron la Revolución. Los ingresos de un obrero minero boliviano, y la forma de vida y la forma de trabajo no tienen comparación con un obrero petrolero en Venezuela y ni siquiera con un obrero de medio en Estados Unidos. Pero sin embargo en esa sociedad constituye esa élite. Entonces no pudieron comprender lo que estaba pasando, y no hubo ni siquiera grandes esfuerzos por parte de organizaciones de izquierda marxista para comprender ese fenómeno y acompañarlo.
Hay una frase o algunos párrafos del Manifiesto Comunista de Carlos Marx, aprovecho si me lo permites para decirle a todos los compañeros estadounidenses, trabajadores, estudiantes, que pueden estar viendo este video, que estudien el Manifiesto Comunista, que comiencen por el Manifiesto Comunista porque es un pequeño libro con un mundo dentro. Pero decía que hay un párrafo, algunos párrafos del Manifiesto Comunista que más o menos literalmente dice que el Partido Comunista no forma un partido aparte de la clase obrera, sino que en el momento expresa el futuro, y en el lugar expresa la totalidad. Esa es la diferencia de un partido comunista dentro de un partido obrero. Entonces, una verdadera vanguardia revolucionaria que no comprendiera lo que estaba pasando en Bolivia, cuando Evo Morales y el MAS ganan las elecciones, y comienzan un proceso de transformación, bueno, sencillamente no tienen nada que ver con esa tradición teórica que yo defiendo, que es la tradición que comienza con el Manifiesto Comunista del 1848.