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Podemos detenerlos

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Amenaza de invasión y nueva situación en América Latina

Un rayo quema e ilumina. Denominada formalmente Zona de Paz por Unasur, América Latina despertó el 9 de marzo con una declaración de guerra, lanzada por el imperio más poderoso de la historia.

Barack Obama puso a Estados Unidos en estado de “emergencia nacional” y aludió como causa sólo a Venezuela. Pero en cada Capital del hemisferio quedó claro que una eventual acción militar contra el país de Chávez produciría una conflagración de largo plazo desde el Bravo a la Patagonia, en cuyo transcurso el sinuoso proceso de convergencia iniciado con el siglo XXI sufriría una violenta transformación, partiría limpiamente en dos el espectro político regional, ubicaría a cada Partido en su lugar e inauguraría un era de Revolución sin bemoles.

Si alguien tuvo dudas, éstas se esfumaron al anochecer de ese mismo día, cuando el presidente Nicolás Maduro respondió a Obama.

Lectores habituales de la prensa conservadora tradicional de América Latina pudieron sorprenderse (y algunos confirmar presunciones) en la mañana siguiente. Sin excepción tomaron distancia del dictum imperial. Los más venerables se permitieron incluso mostrar una franca oposición, sea a través de columnistas extranjeros, sea mediante la repetición de un artículo de la BBC, que sin rodeos mostraba el enorme desatino de Obama. Aun en casos irredimibles, el instinto de conservación manda.

Puesto que no es lo mismo escribir y representar, no tuvieron la misma posibilidad ciertos gobiernos del área. El silencio de algunos en las siguientes 60 horas atronó el horizonte. No pocos nombres fueron incinerados en ese lapso, siquiera por simple comparación con rotundos posicionamientos de Evo Morales, Rafael Correa, Fidel Castro o Daniel Ortega.

Al interior de Venezuela partidos y figuras de oposición quedaron acorralados. Aun con dosis insoportables de hipocresía, no pudieron eludir que el país y el mundo los viera aunados con la Casa Blanca. El panorama político interno se recompuso en cuestión de horas, recuperando ejes y relaciones de fuerzas a partir de las cuales Venezuela vivió la honda transformación revolucionaria de los últimos 16 años. Estupefactos, los líderes de oposición ven a Obama como al verdugo que les da el tiro de gracia. “Obama es el jefe de campaña del Psuv”, llegó a decir un ultrarreaccionario opositor venezolano. No son los únicos anonadados por el estupor y la sorpresa. Un fenómeno análogo se reproduce en toda Suramérica, precisamente en momentos en que la abrupta caída en los precios de las materias primas acaba con un lapso de bonanza durante la cual, como en la noche metafísica, todos los gatos pudieron verse pardos.

 

Nueva etapa de la revolución latinoamericano-caribeña

Con el fiasco de Obama y la cumbre de las Américas, fijada para el 11 de abril, se abre una situación nueva en la región. En la Casa Blanca reside la opción de avanzar, retroceder o demorar la decisión. De su parte, Maduro no sólo hizo dos discursos principistas y programáticos que quedarán en los anales de la historia revolucionaria mundial. También pasó a la acción: llamó a la movilización de las masas, reivindicó la guerra de todo el pueblo y fijó el sábado 14 como fecha para un Ejercicio Militar de Defensa, del que no sólo participarán los cinco componentes de la FANB (Ejército, Marina, Aeronáutica, Guardia Nacional y Milicias Populares), sino también el Partido Socialista Unidos de Venezuela y todo ciudadano que se disponga a hacerlo, convocado por Maduro en su condición de Comandante en Jefe. Como detalle, participarán invitados militares rusos mientras naves de la flota de aquel país estarán emplazadas en son de amistad sobre la costa próxima a Caracas.

Entre el martes 10 y el viernes 13 Venezuela vivió un proceso de movilización con escasos o ningún precedente. La noción de Partido Revolucionario de masas, democrático, antimperialista y anticapitalista, podrá ser reconsiderada por la militancia de todo el mundo a partir de este ejemplo. Como sea, esta poderosa conjunción de definiciones netas y movilización de millones “rodilla en tierra” deja claro, así como los pronunciamientos en cascada de centenares de organizaciones sociales y políticas de toda América Latina –y antes de tomar en cuenta las declaraciones del gobierno chino y los gestos del Kremlin- qué fuerza debería enfrentar un gobierno estadounidense que resolviera atacar militarmente a la Revolución Socialista Bolivariana.

Semejante impacto produciría un nuevo terremoto geopolítico, otra vez y sin duda en detrimento de la hegemonía estadounidense. Justo en el momento en que Alemania y Francia dan inequívocos signos de que pretenden alejar a la Unión Europea de las decisiones de Washington y hasta impulsan un ejército único de la UE. Pero esto lleva otra vez al hemisferio americano, a los nuevos organismos regionales creados en este siglo y a la oportuna cumbre en Panamá. Para decirlo con las palabras de Evo Morales: “Si Obama no quiere encontrarse con la horma de sus zapatos, antes de la Cumbre de las Américas, que pida perdón a América Latina y en especial a Venezuela. Si no se va a encontrar con presidentes antimperialistas, con gobiernos antimperialistas”.

Claro que no todos los asistentes a esa cumbre, si efectivamente se realiza, tienen las mismas definiciones de Evo y los gobiernos del Alba. Y aquí se llega al meollo de la nueva situación: los mandatarios que antes, durante y después de Panamá eludan definiciones claras, contundentes, pagarán un precio político que aumentará a medida que pasen los meses y se sucedan los acontecimientos, sea que Washington resuelva atacar o dé un paso atrás.

Si ocurriera esto último, Estados Unidos, todos sus socios, pero también dirigentes y partidos vacilantes, perderían la iniciativa por un largo período. Se abriría una etapa de alza revolucionaria en toda la región. Y en el marco de crisis económica y tremenda debilidad política de prácticamente todos los gobierno por fuera del Alba, esto significaría que América Latina tomaría la vanguardia mundial en momentos en que la crisis económica no hace sino agravarse en los países metropolitanos.

Esto es lo que intuyeron las burguesías locales y la prensa orgánica del gran capital. Saben que ellas serían las primeras víctimas propiciatorias. Por eso pusieron el freno el primer día y desde entonces ocultan el tema, como para hacer menos costoso un eventual paso atrás de Obama.

Pero semejante dinámica no espera a que el Departamento de Estado y el Pentágono decidan poner en movimiento su plan de ataque. A 24 horas de conocida la declaración de guerra de Obama comenzaron los primeros pasos para conformar Brigadas Internacionalistas con el propósito de defender la Revolución Socialista Bolivariana desde cada país o, si fuera el caso, para acudir a Venezuela a luchar en el terreno que la Dirección Revolucionaria Político-Militar indique.

Unasur toma debida cuenta de este fenómeno. Es la causa de vaivenes de varios de sus miembros, conscientes de estar entre la espada y la pared. La creación de nuevos organismos de convergencia regional en los últimos 15 años corre pareja con la agonía de otros correspondientes a la hegemonía anterior, como la OEA, la cumbre Iberoanoamericana y la propia cumbre de las Américas. Es improbable que este choque histórico se resuelva con el simple reemplazo de éstas por aquéllas. Más bien, este conjunto, que incluye nada menos que a USA y la UE, sufrirá una ruidosa crisis y recomposición, en la que la línea de división estará demarcada por posturas antimperialistas y anticapitalistas. Es decir, por la unión de pueblos oprimidos y proletariados en todos los miembros de esos organismos, con obvia repercusión sobre el resto del mundo.

Cuando pocos lo esperaban, cuando muchos celebraban el terreno recuperado por Estados Unidos en los últimos tres años, el rayo de fuego y luz permite ahora ver claro aquello que hasta el error de Obama aparecía difuso.

Sea cual fuere la decisión de Washington, doblan las campanas por el orden burgués. Tanto más cuanto está a la vista que un acompañamiento militante a la enérgica, lúcida y valiente decisión de Venezuela, puede cerrarle el paso a los guerreristas. Es hora de combate y alegría para los enemigos de la explotación y la opresión en el mundo entero.

Caracas, 13 de marzo de 2015

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