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Temor justificado

PorLBenAXXI

Es comprensible el temor de la Casa Blanca ante la gira latinoamericana del presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad, precisamente cuando el Departamento de Estado tiene en agenda ataques militares a gran escala contra Siria e Irán.

Nada tiene que ver esa inquietud con el terrorismo o el fundamentalismo religioso. Esos son recursos propagandísticos de mala factura, destinados a anestesiar la opinión pública para justificar la agresión económica y militar en marcha: el portaaviones nuclear estadounidense USS Abraham Lincoln, seguido de una temible flota de navíos de guerra estadounidenses, británicos y franceses, ya instalados en inmediaciones del estrecho de Ormuz, son la amenaza terrorista más grave que jamás ha afrontado el mundo.

Aún así, es verdad que la visita de Ahmadinejad a cuatro capitales del Alba durante la segunda semana de enero, presupone un peligro. Recuérdese además que, en octubre de 2010, poco antes de que comenzaran los ataques terroristas comandados por el Mossad y la CIA contra Siria, el presidente Bashar Al Assad había declarado la intención de incorporar a su país como “invitado permanente” del Alba.

Cada día es más evidente la afirmación de un mapamundi político diferente, un reordenamiento en las relaciones de fuerza internacionales.

Rusia y China continúan desplazándose, a paso lento pero sostenido, desde un reticente alineamiento con el statu quo hegemonizado por Estados Unidos, hacia un retorno a francas posiciones dictadas por estrategias propias, ya sin sujeción –y crecientemente contrapuestas– a la voluntad de Washington.

Ese dato mayor se prolonga con la tendencia a un relativo ensimismamiento de India, también en detrimento del Departamento de Estado. Y combina con la búsqueda de neutralidad conjunta de Unasur y la flamante Celac.

Finalmente, de manera sobresaliente, está a la vista el tendido de una línea de resistencia antimperialista que atraviesa continentes, orígenes ideológicos y tradiciones políticas, con puntos de apoyo firme en América Latina, Cercano y Medio Oriente.

Tal el significado del viaje de Ahmadinejad a Caracas, Managua, La Habana y Quito. Para mayor abundamiento, en cada escala el presidente iraní subrayó su condena al imperialismo y la convicción de que el capitalismo está en agonía.

En efecto, el agravamiento extremo de la crisis sistémica del capitalismo exige cambios acelerados. Rusia y China no pueden permitirse hoy pagar el costo interno directo y geoestratégico

Es en ese contexto que aparece con vigor un bloque transcontinental, materialización política de la noción “frente antimperialista”.

 

Trasfondo objetivo y decisión política

Hay numerosos antecedentes de resistencia colectiva por parte de países subordinados. Desde el Movimiento de los No Alineados, pasando por innumerables siglas, las víctimas contemporáneas del mecanismo imperial han buscado formas de autodefensa. Pero desde la recomposición de la Opep a inicios del nuevo siglo, sucesivos viajes de Hugo Chávez por Asia y África, con Evo Morales y Rafael Correa ensanchando luego la huella, entrelazados con cinco viajes de Ahmadinejad a América Latina, se ha tejido un entramado consistente, diferente por situación y contenido, al alcanzado por bloques numéricamente más poderosos del pasado. Por detrás gravita también el constante incentivo de las relaciones ruso-latinoamericanas y el inédito acercamiento de China al hemisferio al sur del Río Bravo.

Tres factores marcan la diferencia de este nuevo intento con las limitadas y al cabo fallidas experiencias previas: la inexistencia de la Unión Soviética en su doble papel de poderoso sostén y freno implacable; la existencia del Alba y los gobiernos revolucionarios que la componen y, último pero de primera importancia, la magnitud sin precedentes de la crisis capitalista en curso.

Esto último constituye la poderosa fuerza material que determina el movimiento general. Pero el complemento subjetivo está en protagonistas marcadamente diferentes a los perfilados por el siglo XX. Las definiciones y prácticas antimperialistas de los países del Alba, con eje sobresaliente en la militancia internacional de Venezuela, son una novedad histórica. Como lo es el contenido conceptual profundo desde el cual Ahmadinejad encarna el estado islámico iraní.

Mucho será necesario estudiar, conocer y reflexionar para comprender el proceso político desenvuelto en aquel país desde 1979, cuando un formidable movimiento de masas depuso al títere impuesto por Estados Unidos en Teherán. Además de despojarse de la altanera superficialidad eurocentrista, que ve la paja en el ojo ajeno y omite la viga en el propio, habrá que seguir de cerca los resultados objetivos de la estrategia de apertura mundial que Irán está llevando a cabo en todos los terrenos (ver Ofensiva mediática). La riqueza histórica y cultural del pueblo persa, su férrea y muy arraigada voluntad antimperialista colectiva, con una conducción política consecuente, todo combinado con el ímpetu revolucionario en los países del Alba e inmerso en una época de profundas convulsiones, es la argamasa apropiada para producir grandes cambios cualitativos en unos y otros, precisamente en momentos en que la prolongada agonía capitalista pone de manifiesto una irrespirable degradación cultural en Occidente. El derrumbe imperial exige también, y acaso ante todo, una revolución cultural.

 

Grandes ausentes

Plasmado ya este verdadero frente antimperialista transcontinental, no explícito aunque sí en despliegue y franco avance, resalta aún más la omisión de tres protagonistas necesarios: los movimientos obreros y estudiantiles de todo el mundo (particularmente de Europa, donde permanecen anestesiados pese al brutal azote de la crisis), los partidos antimperialistas y revolucionarios de todo el mundo (muy en especial de Asia y África) más los movimientos sociales genuinos (notoriamente aquellos de América Latina cuyos gobiernos no integran el Alba). El tercer protagonista ausente cuya emergencia no admite demoras es un movimiento antiguerra de alcance mundial.

En la primera semana de junio próximo el Foro de São Paulo tendrá su encuentro regular, esta vez en Caracas. Bloque originalmente afirmado como punto de nexo para organizaciones y partidos de izquierda de América Latina y el Caribe, el FSP está desde hace años bajo la hegemonía de corrientes socialdemócratas. Pese a todo, es de esperar que los aires de la Revolución Bolivariana la oxigenen y alienten su participación en esas tareas urgidas por la necesidad de poner freno al belicismo más irracional y riesgoso de todos los tiempos.

El temor de la burguesía imperialista no lo provocan Chávez o Ahmadinejad. Reside en la posibilidad de que esa fuerza latente, la más poderosa, la única capaz de contrarrestar la capacidad destructiva del imperialismo en caída, dé un salto por sobre siglos y alumbre una nueva era.

 

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