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Atlas ya no sostiene el planeta

PorLBenAXXI

 

No cesa el terremoto geopolítico. La humanidad asiste a un torbellino de fuerzas ciegas. Pocos están “un paso delante del caos”. Sólo el hecho de ver al mayor imperio de todos los tiempos doblegarse ante la Revolución Cubana bastaría para intuir la magnitud de los cambios en ciernes.

Hay mucho más: convergencia objetiva de China y Rusia con un número creciente de países de porte medio; suma incontable de intentos fracasados por derrumbar la Revolución Socialista Bolivariana; victoria en Grecia de una izquierda nueva, sin formas definidas pero potente; pánico en Madrid, Lisboa y Roma por la amenaza inmediata anunciada por el giro masivo del pueblo griego hacia una propuesta de cambio radical; aparición de un anacronismo poderoso como el denominado Estado Islámico; irrupción del terrorismo en Europa en escala impensada y con base objetiva para multiplicarse; temor en Berlín, París y Londres por el devastador efecto económico latente en la imposibilidad de mantener las actuales políticas de salvación capitalista; capacidad de resistencia en Siria frente a una embestida múltiple de los centros metropolitanos y afirmación, con Irán en el centro, de un eje de poder capaz de cambiar definitivamente las correlaciones de fuerza en Medio Oriente, en detrimento de Estados Unidos, la Unión Europea y el Estado sionista; persistencia y proyección potencial del Alba… Por detrás, la impotencia de los centros imperiales para romper con la dinámica de caída y descontrol económico impuesta desde el estallido de 2008.

 

Los 5 

Quién podía creer, 16 años atrás, cuando el capital parecía todopoderoso, que los cinco luchadores antiterroristas, detenidos en Estados Unidos y encarcelados con juicios viciados al punto de desacreditar definitivamente cualquier noción de genuina democracia, saldrían finalmente en libertad. Quién podía creer que la imagen de fuerza inconmovible del sistema judicial imperialista estallaría en mil pedazos. Sólo quienes estaban armados con una honda convicción revolucionaria, combinada con visión estratégica, capacidad para la acción y férrea voluntad política. Con Fidel a la cabeza, fueron decenas de miles los que en Cuba y en todo el mundo creyeron y se comprometieron en una lucha aparentemente quijotesca, que ahora muestra su fruto.

El regreso de Los 5 a Cuba, con la voluntad revolucionaria intacta, debería ser motivo de reflexión no sólo para demócratas sinceros que en el mundo han condenado a la isla socialista, sino también para expresiones infantoizquierdistas dispuestas incluso a entender esta victoria como una rendición de La Habana, encaminada además hacia la restauración capitalista.

No hay modo de ser consecuentemente demócrata sin asumir la perversión profunda del sistema judicial resultante de las necesidades imperialistas combinadas con extraordinarias luchas del movimiento obrero y popular estadounidense en un momento de auge del capital. Hoy, en el punto inverso de esa dinámica histórica, libertades civiles, garantías individuales y justicia sólo valen allí cuando conviene a los intereses de las clases dominantes y, dentro de ellas, a un grupo de megamillonarios enajenados.

No hay modo de ser revolucionario sin comprender el conjunto extraordinario de fuerzas acumuladas en todo el mundo para doblegar la voluntad de Washington. Llevar a cabo esa tarea implica una formidable capacidad política y prueba el sentido estratégico de esa línea de acción, obviamente en choque frontal con el capitalismo imperialista.

No son demócratas o revolucionarios quienes en un acto de irracionalidad dan la espalda a este ejemplo histórico. Lo serán mucho menos en el futuro inmediato. Unos y otros, aunque se presenten como opuestos entre sí, estarán aunados como adláteres de la fuerza que crece en medio de la crisis y frente a sucesivas victorias revolucionarias: el fascismo. No son las palabras las que definen a individuos u organizaciones. Es la actitud que asumen en medio del terremoto provocado por un sistema que se resquebraja.

 

Irracionalidad creciente

Un ejemplo es lo ocurrido en París tras el atentado terrorista en la redacción de una revista humorística, brutal como pocos.

Personas seguramente movidas por las mejores intenciones redujeron el hecho al salvajismo enajenado de un grupo religioso. Con tal base, se produjo una oleada de indignación y rechazo en todo el mundo. Una multitudinaria manifestación en París –ciertamente magnificada por los medios de comunicación– más que compromiso democrático mostró temor e inconsciencia: a la cabeza de la marcha estaban François Hollande, Nicolás Sarkozy y …Benjamín Netanyahu, al lado de Angela Merkel y Mariano Rajoy. Es decir, algunos fascistas connotados acompañados por una pléyade de cómplices del terrorismo de Estado practicado por potencias imperiales en países dependientes.

Sin esas operaciones de guerra en todas las cuales participaron sucesivos gobiernos de Francia, es incomprensible el atentado contra Charlie Hebdo. De paso: la ministra de Cultura de Francia respondió al Papa, quien había condenado el hecho de burlarse de una religión. “En el país de Voltaire –dijo, palabra más o menos– es posible mofarse de cualquier religión”. Brava funcionaria. Aunque un tanto irreflexiva. En efecto había que responder al Papa. Sin embargo, Christiane Taubira dijo más de lo que pretendía: hay tanta distancia, en todos los sentidos imaginables, entre la figura de Voltaire y la revista en cuestión, como la que media entre las luces que darían base a la revolución burguesa y la oscuridad irrespirable del capitalismo en putrefacción. Los alcances de una consigna vacía como “Yo soy Charlie Hebdo”, más que superficialidad indican inconsciencia y proclividad a dejarse llevar por la irracionalidad. La misma que transforma a víctimas del imperialismo en máquinas de matar sin sentido, ni estrategia, ni propósitos fundados de emancipación humana. Dicho de otro modo: a menos que una poderosa fuerza consciente y organizada se oponga a esa dinámica, la potencia social mostrada en la marcha contra el atentado terrorista, encabezada por terroristas, está mayoritariamente encaminada a transformse en locura fascista. Si esa dinámica se afirmara, Europa sería un campo de demencial batalla entre terroristas enajenados por una idea religiosa y ciudadanos no menos alienados por el opio capitalista.

 

De la mitología al materialismo

Una tendencia inversa se revela en Grecia, con la victoria de la coalición Syriza. Allí la crisis estructural derivó en respaldo a una propuesta genéricamente anticapitalista. Comprobado que el titán contemporáneo, Atlas-Unión Europea, ya no sostiene al planeta –ni puede hacerlo con la tambaleante ayuda cribada de amenazas de Estados Unidos– las masas optaron por salir del laberinto rompiendo los muros levantados por el sistema. El mensaje más claro para el resto del mundo es lo ocurrido a la socialdemocracia: el antes poderoso Pasok fue arrasado. Y no volverá a levantarse. No obstante, también allí se vio la endeblez general de una sociedad anestesiada por el consumismo. Para vencer, Syriza se vio compelida a morigerar su programa. Esa flexión, electoralmente justificada, puede ser mera táctica. Se verá en el devenir. En todo caso, no hay salida en Grecia sin romper –siquiera tendencialmente– con el dogal capitalista. Tal como ocurre en España y Portugal, otros dos miembros de la UE en situación análoga y con dinámicas electorales semejantes.

 

Celac: dinámica de convergencia y fuerzas opuestas

Cuando esta columna va a imprenta se reúne la Celac en Costa Rica. De los 33 países del bloque, 12 mandatarios no asistieron a la cita. Argentina, México y Perú estuvieron entre los ausentes. Cuba fue acogida con el alborozo de muchos y el asombro de unos pocos. Raúl Castro señaló que la continuidad del bloqueo estadounidense a la isla supone un límite infranqueable para la normalización diplomática. Y atacó el punto clave cuando dijo: “Expresamos enérgica condena a las inaceptables e injustificadas sanciones unilaterales impuestas a la República Bolivariana de Venezuela y a la continuada intervención externa dirigida a crear inestabilidad en esa hermana nación”. Adiós al ensueño del Departamento de Estado de poner una cuña entre ambos gobiernos revolucionarios. Cuba ya está reincorporada en el concierto latinoamericano. Washington continúa dando puñetazos al aire.

El discurso de Nicolás Maduro ratificó la línea estratégica trazada por Hugo Chávez, hoy ostensiblemente victoriosa frente a la potencia del Norte: “Clamo por la voluntad política, por el respeto y la diversidad para continuar el camino de la construcción de la nueva América Latina y el Caribe. Desde Venezuela seguiremos aportando nuestro granito de arena con voluntad, amor y paciencia”, dijo en su intervención, aludiendo sin decirlo al concepto clásico de frente único antimperialista.

Sólo omisión –o gestos de disgusto o perplejidad– fueron las respuestas contrarias a estos discursos. Primó el acuerdo con ellos. La Casa Blanca continúa perdiendo terreno en América Latina.

 

Contrarrevolución

No habrá rendición por parte del Departamento de Estado frente a este desplazamiento de fuerzas. Hoy los estrategas imperialistas apuntan a tres frentes principales: Venezuela, Siria y, en primer lugar y de máxima gravedad, Ucrania. Por supuesto pretenden imponer su superioridad económica y capitalizar la ideología consumista en franjas de la población cubana. No cejarán en su propósito de derrocar al gobierno revolucionario. El paso atrás supone buscar base de apoyo para el contraataque capaz de recuperar terreno en toda la región, a partir de una supuesta desmoralización de la Revolución Cubana y un no menos hipotético desmoronamiento de la Revolución Socialista Bolivariana.

Aun con toda la gravedad que implica la escalada sobre Venezuela y Siria, el riesgo mayor reside hoy en Ucrania, donde Estados Unidos ensaya una prueba de fuerzas de incalculables derivaciones, puesto que mientras el Departamento de Estado pretende ocupar ese país y ganar espacio geopolítico, el Pentágono rodea a Rusia de bases militares y avanza en una guerra que puede desembocar en confrontación nuclear.

Ante su derrota histórica, el imperialismo huye hacia delante por el camino de la irracionalidad; de la violencia sin límites. Cada quien sabrá cómo ubicarse frente a este desafío de dimensión universal y alcance histórico.

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