Fue la prueba más difícil. Y el saldo es inapelable. Dos meses después de la clamorosa victoria del 7 de octubre Hugo Chávez anunció que debía operarse por cuarta vez. Con la misma franqueza de siempre, rodeado por sus ministros, el 8 de diciembre el Presidente hizo el dramático anuncio y designó a Nicolás Maduro como candidato del Psuv en caso de que debieran realizarse nuevas elecciones. Mensaje inequívoco: el riesgo de muerte estaba allí.
Luego vino la intervención quirúrgica y una sucesión de dificultades previsibles. Durante cuatro semanas Chávez batalló cara a cara con la muerte.
Con el alma en vilo el pueblo venezolano siguió paso a paso las cotidianas informaciones del Gobierno. Desde Washington entrevieron la posibilidad de provocar confusión y desaliento en la población, división en las filas de la Revolución. Opositores y medios comerciales de difusión machacaron: Chávez no sobrevive; muerto Chávez, la revolución acaba; al instalarse la Asamblea Nacional –5 de enero– el Psuv y la Fuerza Armada se fracturaría; el día de juramentación de Chávez, debía instalarse un gobierno provisional que llamara a elecciones.
Hay pocos precedentes de campañas mediáticas de alcance internacional con la virulencia, la inmoralidad y desmesura de ésta diseñada para demoler a la Revolución Bolivariana.
Movilización permanente
Aparecieron entonces a la vista del mundo las fuertes columnas del Programa de la Patria, la transición al socialismo. Cuanto más violenta e inhumana la campaña de la burguesía, más evidente la determinación de las mayorías, más abroquelados los cuadros de la Revolución, más ostensible la unión de pueblo, Partido y militares. Y las masas movilizadas día por día.
Centrada la presión mundial sobre las figuras de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello (respectivamente vicepresidente Ejecutivo y presidente de la Asamblea Nacional), ambos dieron prueba de firmeza y lucidez. El gabinete ministerial dio un salto cualitativo y fue más eficiente que nunca. El 5 de enero Cabello reasumió a la cabeza de la AN, juró ante representantes de las masas especialmente convocados, denunció y desbarató la maniobra opositora empeñada en hacerlo asumir como Presidente provisional. Al término de la ceremonia, junto con Maduro y demás ministros y diputados, hablaron ante una multitud que había seguido los debates desde las afueras del Capitolio.
Una masiva campaña de difusión puso en manos de todos la Constitución y el artículo 231, que textualmente prevé la juramentación del Presidente electo en fecha diferente al 10 de enero, si una eventualidad así lo exige.
Pero esa fecha tenía una elevada carga simbólica. El país fue convocado a Miraflores. Y desde la madrugada, allí se congregó. Cabello había propuesto que todos se calzaran una banda presidencial para asumir el poder. Carteles y vestimentas repetían “Yo soy Chávez”. Representantes de 27 gobiernos extranjeros hablaron ante esa masa confiada y resuelta. Al promediar el acto, aviones Sukhoy hicieron vuelos rasantes y saludaron al pueblo, enfervorizado al asumir la dimensión de ese mensaje. Luego habló Maduro. Tras contundentes definiciones pronunció el juramento que repitieron a viva voz los presentes y siguió el país entero por cadena de radio y televisión. El eco estremecedor repercutió en el mundo.
Noticias alentadoras
En ese punto comenzaron a llegar noticias alentadoras desde La Habana: Chávez remontaba la cuesta. Designó a Elías Jaua como canciller. Sus ministros lo visitaron. Envió una carta a la Celac. El accionar del gabinete en todos los terrenos mostró un gobierno a plena marcha. Así lo vieron y entendieron las mayorías, que vivieron el contundente revés asestado a El País como una victoria más contra el imperialismo y la contrarrevolución.
Sólo una revolución con hondas raíces y convicciones podía dar tal prueba de solidez. Mientras se aguarda la recuperación del comandante, la movilización y la lucha contra el desabastecimiento continúan, las definiciones siguen claras y netas: “Todo aquel que quiera ser empresario bienvenido, pero nosotros estamos construyendo el socialismo, que es el poder de la clase obrera sobre la producción y sobre la patria”, explicó Maduro en un acto al anunciar nuevas medidas económicas.
América XXI siguió paso a paso este período crucial y lo reprodujo en su portal: http://www.americaxxi.com.ve/notas/ver/em-am-eacute-rica-xxi-em-en-la-batalla-informativa-ante-la-ofensiva-imperial contra-la-revoluci-oacute-n-bolivariana