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reseña

Historia de la escritura. De la Mesopotamia a nuestros días Y en el mundo occidental

porLBenLMD

 

De Louis Jean Calvet y varios autores

Editorial: Paidós y Taurus
Cantidad de páginas: 264
Lugar de publicación: Barcelona y Madrid
Fecha de publicación: Diciembre de 2001

 

Antes de arribar al oscuro entresijo de bits y bytes, entre la piedra hendida a golpes y la conservación de impulsos electromagnéticos, la escritura recorrió un arduo camino, siempre enigmático. Transcurrieron unos 6 mil años, si se cuenta a partir de las inscripciones halladas en vasijas en la región de Susa. O 32 mil, si se toma como expresión de escritura el grabado negativo de manos humanas sobre la piedra. Aunque resulte paradojal, escribir y leer no fue necesariamente –ni es– el medio para difundir conocimiento: a menudo fue –y es– un modo de mantenerlo oculto. En todo caso el saber, siempre instrumento del poder y de lucha contra él, fue también siempre escrito y leído.

Contra la noción corriente de que a partir de su original capacidad manual el hombre obtuvo el habla y la plasmó luego en escritura, para recuperarla en la lectura, Louis Jean Calvet propone observar “la escritura no tanto con relación a la lengua como a (…) lo pictórico y lo gestual”. A partir de esta noción el autor demuele a Rousseau –“el dibujo de los objetos corresponde a los pueblos salvajes; los signos de las palabras y de las proposiciones a los pueblos bárbaros; y el alfabeto a los pueblos civilizados”–; arrincona a Levi-Strauss y condena a Saussure. Al margen de esta controversia, Calvet compone una historia de la escritura tan sólida como apasionante, al cabo de la cual admite que “el hombre sintió desde bien pronto la necesidad de retener el lenguaje oral recurriendo a medios gráficos”. Cómo los descifró y recuperó es materia de otro libro fascinante, elaborado por trece autores bajo la dirección de Guglielmo Cavallo y Roger Chartier. El lector, “nómade dedicado a la caza furtiva”, es llevado por la historia del acto que ejecuta, desde la lectura en voz alta en la Grecia preclásica, a la expansión de las bibliotecas en los siglos XIX y XX (impulsada con motivos opuestos por burgueses y proletarios).

Hoy, con un porcentaje descendente de analfabetismo y crecimiento del número absoluto de iletrados, la lectura aparece, a la inversa de la televisión, “fuera de canon”, como “fenómeno fragmentado y diseminado y absolutamente carente de reglas, excepto a nivel personal o de pequeños grupos”. La historia de estas dos actividades esenciales de la humanidad, además de aventar pesimismos a la moda, remite a la acción en la que se funda la palabra y actualiza el latigazo del Mío Cid: “Lengua sin manos: ¡quom osas fablar!”.

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