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límites para el populismo imperial

Macri huye de una conferencia de prensa

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Macri perdió hoy el control de sí mismo. Huyó de una conferencia de prensa, en Davos. Nada menos. Un ministro de Economía del gobierno anterior hizo algo semejante, años atrás.

En este caso fue cuando un periodista le preguntó al Presidente lo obvio: por qué condenar a Nicolás Maduro por tener preso a un notorio personaje involucrado en acciones violentas contra la población venezolana, si se avala la prisión de una líder jujeña que, juicios de valor aparte, dista de la condición golpista del venezolano defendido por la prensa mundial.

Macri no tuvo respuesta. Farfulló excusas olvidables. Y huyó.

No es difícil de comprender el fallo  –e incluso disculparlo- después de cinco semanas de intensa y muy exitosa actividad, desde su punto de vista. El más sólido sistema nervioso se vería afectado. Con todo, es un hecho significativo. Por demás elocuente.

Advertí con fecha 29 de noviembre de 2015 que el entonces electo presidente argentino Mauricio Macri había puesto el pie en el lazo cuando, exigido por camaradas de ruta tales como José Aznar y Álvaro Uribe (ambos teledirigidos desde un sótano del Departamento de Estado), comenzó el tramo final en la campaña presidencial atacando a Venezuela y embanderándose con la figura de un fascista ultraviolento cuyas múltiples acciones, a la luz pública apoyadas por la Casa Blanca para derrocar a Nicolás Maduro, están por demás documentadas.

Vana presunción sería que en su círculo íntimo lean, y además tomen en cuenta, mis opiniones. Es en cambio a considerar un hecho fuera de discusión: sus asesores, encorsetados por compromisos inconfesables y notorias limitaciones intelectuales, no pensaban en la victoria. No habían percibido el hondo, muy hondo, deterioro del elenco adversario ante el balotaje, y sólo buscaban acumular puntaje para el próximo vuelo.

Erraron. Bajo la superficie de la sociedad argentina bullía una poderosísima fuerza cuya primera manifestación fue la demolición del proyecto de Cristina Fernández. No es el caso ahora explicar ese plan, propio de la Armada Brancaleone, apoyado pese a todo por personas que se consideran –y en algunos casos lo son- contraparte del sistema de explotación que desde hace décadas hunde a Argentina en un pantano maloliente.

Tras la sorpresa de la victoria, el eficiente accionar en varias áreas frente a la exigencia de gobernar con la carga de sus compromisos de camapaña, la inteligente búsqueda de tansformarse en lo que he llamado “un Perón para las clases medias”, acompañado por cuadros aptos y, en algunos casos, hasta talentosos, Macri encontró la horma de su zapato ante una simple demanda en Davos.

No defendí, ni lo haré ahora, a la señora Milagro Sala. Respaldo que no esté en prisión antes de ser juzgada por una justicia genuina que no es, con certeza, la jujeña. No me alíneo con quienes apelan a su condición de originarios (o indígenas, o como quiera denominarse la continuidad de la discriminación), para defender su derecho a vacacionar en Punta del Este. He luchado y seguiré luchando para que semejante vergüenza no se perpetúe; no para integrarme a ella. Tanto menos avalo la opresión de cualquier ser humano para armar un aparato que, con gestos manipuladores y desvergozadamente engañosos, defiende al capitalismo y usufructúa la explotación. Eso es la pupila de la ex presidente Cristina Fernández.

 

¿Defender golpistas y asesinos?

Ahora bien: Leopoldo López, defendido por Macri, es responsable de sucesivos intentos golpistas, de 43 muertes e inenarrables costos para la sociedad venezolana. Siempre bajo lás órdenes del Departamento de Estado, con el respaldo de Aznar y Uribe.

Los mismos asesores que no le advirtieron a Macri que sería Presidente, tampoco informaron sobre la verdad de Venezuela.

Jamás optaría entre una u otro. Como no opté entre Macri o Scioli. Esas trampas de las clases dominantes son demasiado antiguas para caer en ellas y poner cara de inocente.

Como sea, lo cierto es que en el marco de una visita a Davos, propagada por toda la gran prensa capitalista para convertirse en éxito mayúsculo, Macri debió contradecir su loable conducta de prestarse a conferencias de prensa y dejó plantada a periodistas de todo el mundo que, con escasa excepción, esperaban para catapultarlo al estrellato internacional.

¿Admitirá Macri que Cristina Fernández tenía razones objetivas para escabullirse ante la prensa? ¿O revisará autocríticamente su conducta de hoy?

O Macri se identifica a pleno con Fernández o asume que, para decir lo menos, dejará de defender a los golpistas venezolanos y entenderá la necesidad de amainar en su heroico combate contra el gobierno de la Revolución Bolivariana. Eso significaría, además, enfrentar los bolsones más oscuros y corruptos que supuestamente está dispuesto a batir en Argentina.

Puede optar por continuar con la política de su antecesora y de ahora en más huir de toda y cualquier conferencia de prensa con un mínimo de participación democrática. O asumir su irresoluble contradicción al atacar el derecho de Venezuela a defender su sistema democrático.

Sólo hay que esperar y ver. Sin olvidar que aquella poderosa fuerza subterránea y para tantos invisible que en rechazo al statu quo llevó a Macri a la Casa Rosada, sigue bullendo bajo la planicie visible. El populismo, supuestamente popular o explícitamente imperial, no tiene espacio en este momento de la historia.

21 de enero de 2016

 

 

 

 

 

 

 

 

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