Entrevistas

“Los intelectuales que firmaron ese documento no creen más en la revolución”

El director de la Revista América XXI, Luis Bilbao, conversó con Notas sobre la declaración que publicaron este martes un grupo de intelectuales latinoamericanos y europeos contra el gobierno de Nicolás Maduro y la Revolución Bolivariana.

– ¿Cuáles son tus primeras sensaciones al leer este “llamado internacional urgente a detener la violencia en Venezuela” publicado por una serie de intelectuales latinoamericanos y europeos?

– Confusión. No es solamente de los intelectuales, pero sí particularmente de ellos. Creo que la mayoría de los firmantes no conocen lo que ocurre en Venezuela o interpretan muy erradamente el curso de los acontecimientos y su significado.

Es algo verdaderamente asombroso que no se entienda que la Revolución está atacada desde los cuatro flancos, que el gobierno revolucionario hace los mayores esfuerzos por evitar un baño de sangre, una guerra civil. Que teniendo la capacidad militar y política para arrollar a la oposición no lo hace ni intenta hacerlo y seguramente esperará hasta la última instancia para acudir a tales métodos.

A mí me da la sensación de que hay una enorme confusión. No es violencia sin signo lo que está ocurriendo en Venezuela. Hay un signo muy claro: del imperialismo, la burguesía interna y las burguesías latinoamericanas.

– Hay una serie de conceptos que, para utilizarlos desde la órbita de la intelectualidad, están usados de una manera muy liviana y con problemas hasta de coherencia interna. Hablan de polarización, por ejemplo, que parece involucionar en el pensamiento político del siglo XXI y el siglo XX. O el tema de la violencia.

– En el siglo XIX se formula científicamente la lucha de clases. ¿A qué le llaman polarización? ¿Les parece mal que se polarice la clase trabajadora contra la burguesía? Yo creo que en el fondo lo que está en definición es esto. Hay una oposición a que la clase obrera y el conjunto de sus aliados explotados y oprimidos se enfrente a la burguesía.

No creen más en la revolución. Desde los años 90 se dio un vuelco en la mayoría de la intelectualidad. Es la lucha de clases. ¿Qué vamos a decir? ¿Que hay una grieta también? Es un retroceso espantoso en la teoría política.

Estamos en un momento particular de la lucha de clases a nivel mundial, muy singular. Desde las distintas publicaciones que yo he dirigido (Crítica, El Espejo, El Eslabón, América XXI) lo venimos señalando hace muchos años. Hay una confrontación interimperialista agudísima. Ahora se ve en las expresiones para muchos inesperadas de conflicto entre Estados Unidos y Alemania. Pero es una lucha interimperialista. Y dentro de cada centro imperial hay lucha de clases. Y el que no lo quiera aceptar, tendría que decirlo con claridad. Tendría que apartarse y que repudiar la teoría del marxismo formalmente como hizo por ejemplo el Partido Socialista Obrero Español. No puede ser que se vistan con prendas que no les van.

– Más allá de las concepciones teóricas que vierten estos intelectuales, hay una caracterización de lo que está pasando en Venezuela que, aunque critica el rol del Departamento de Estado en el golpe de 2002, retoma la misma lectura del organismo para criticar cierto “autoritarismo” en la actualidad.

– Vos lo has dicho. Por eso digo que la sensación primera que me viene ante semejante texto es de confusión. Pero es una confusión con un grado de complicidad en muchos casos alarmante.

Estamos delante de un pensamiento reaccionario, contrarrevolucionario, aliado con el imperialismo. Más allá de que tomen distancia aquí o allá. Están aliados con una operación que está tratando de ahogar a una revolución. Que por otro lado se está defendiendo con los métodos más avanzados.

Hay una revolución y una contrarrevolución en marcha. Ante esa situación uno se pone de un lado o se pone del otro. Que no venga ningún sabio a explicarme que entre el negro y el blanco hay grises.

Acá estamos en un momento de crisis mundial muy severa, de crisis latinoamericana gravísima. Brasil es el centro económico y político de la región y está en estado de convulsión, ingobernable, independientemente de que no hay capacidad de respuesta de las masas. Pero la burguesía no consigue estabilizar el poder. Todo eso desestabiliza al conjunto de la región. En ese cuadro de enormes confluencias de fuerzas contrarrevolucionarias está defendiéndose Venezuela.

En Venezuela no hay autoritarismo. Yo rescato conceptos fundamentales. Nosotros vivimos en una dictadura de clase. Una dictadura que a veces es democrática y a veces no lo es. La democracia burguesa no es democracia en un sentido completo.

¿De qué estamos hablando? De un pensamiento reformista que está por detrás, muy por detrás, del pensamiento reformista del siglo XX, de Bernstein, de Kautsky. Es penoso.

– ¿Cuál es el peso real de esa declaración? ¿Te sorprenden las firmas? ¿Es un golpe real a la revolución?

– Primero no me sorprenden los nombres. Sí que lleguen a extremos como a los que están llegando. Pero no me sorprende la deriva de personas que siempre han sido reformistas que, ante el momento de una revolución en el que hay que tomar definiciones, retrocedan de la manera en que los están haciendo.

Por otro lado, tal vez esto puede traer muchas críticas entre compañeros y personas calificadas y respetables, pero yo tengo una muy pobre opinión de la academia. Si me hacía falta algo para reforzar esa idea, aquí está el documento para completarla.

No creo que tenga ningún peso pero hace una contribución esencial. Acabo de leer en el diario El País un texto muy parecido a este de dos personas que estuvieron asesorando -pagados- al gobierno bolivariano y publican una diatriba contra el gobierno revolucionario de tal magnitud que se los publica El País de España.

– La usina de pensamiento periodístico anti Venezuela de los últimos 15 años.

– Exactamente. Si a mí alguien me publicara en El País algo, entraría en una situación de colapso moral, no podría aceptarlo. Son la vanguardia, junto con el diario El Mundo“intelectual” periodística de la contrarrevolución desde Europa.

Federico Araya – @fedearayac

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