Artículos

Definición

PorLBenAXXI

 

A la par de otro holocausto, esta vez perpetrado por judíos, el mundo ha asistido a una operación jamás antes pergeñada para “restaurar la sensación de liderazgo de Estados Unidos”, según definieron sus autores.

Por obra de una formidable manipulación de la conciencia universal, el flamante presidente de Estados Unidos aparece como el hombre capaz de dos proezas mágicas: sacar a Estados Unidos de la ciénaga económica en que está hundiéndose y convertirlo en el paladín de la democracia, el desarrollo y el progreso en todo el mundo.

No se puede minimizar la capacidad de un sistema que en la peor crisis de su historia lleva a un afroamericano a la Casa Blanca, logra transformar la elección de su Presidente en un hecho universal y avanza una fase nueva de su guerra de exterminio en Medio Oriente a través de sicarios, todo mientras experimenta fórmulas para enfrentar el colapso de la economía mundial. La lucidez estratégica, la eficiencia operativa, la crueldad sin límites de esa maquinaria y la cantidad de recursos colaterales todavía al servicio del centro imperial, indican la naturaleza y magnitud de la batalla en curso. Quien no se proponga –y logre– estar a la altura necesaria para enfrentar y vencer esas capacidades, no puede seriamente creer que hace algo en favor de la resolución positiva de la crisis.

 

Espejismo 

Después del primer impacto del colapso financiero, en septiembre y octubre, se vive un espejismo fácilmente explicable. Con mayor o menor conciencia la mayoría del planeta comprendió la dimensión inasible de la crisis. Pero al asomarse al abismo, dio un paso atrás. El temor empujó hacia lo malo conocido. En ese punto el Departamento de Estado lanzó su operación “restauración del liderazgo”. Los rasgos y capacidades de Barack Hussein Obama, inusuales en los círculos formalmente ejecutivos del mundo contemporáneo, dieron un espacio extraordinario a esa operación. Pero el hecho es objetivo: la paradoja fue más ostensible en el ámbito monetario: mientras el sistema financiero mundial se desmoronaba, el dólar, precisamente la columna cuya fragilidad provocó el desplome del edificio, pareció fortalecerse.

Se trata de una ilusión de los sentidos. Un economista demócrata, Paul Krugman, en un enjundioso listado de “consejos” para Obama, después de pintar un panorama catastrófico y prever una desocupación del 15% este año en Estados Unidos, recomienda déficit sideral para financiar obras públicas y alerta: “(durante la depresión de los años 1930) tuvo que venir el enorme proyecto público conocido como Segunda Guerra Mundial –un proyecto que silenció al fin a los tacaños– para que la Depresión llegue a su fin”.

Ésa es, de hecho, la estrategia del imperialismo. Pero ¿por dónde la encamina? Y sobre todo: ¿qué lugar le cabe a América Latina en ese diseño?

Antes de asumir su cargo, Barack Hussein Obama definió su trazado. Omitió expedirse sobre el hecho entonces preponderante en el terreno mundial: la agresión israelí a Palestina. Puso de lado el trascendental conflicto con Rusia. No emitió opinión sobre el tembladeral europeo, que lleva a un estallido al continente exhausto. Tampoco se refirió a la situación de China, India, Suráfrica o Brasil, países a los cuales sesudos analistas atribuyen el futuro poder rector para el equilibrio planetario. En cambio dijo: “Chávez ha sido una fuerza que ha impedido el progreso de la región (…) Deseamos iniciar discusiones diplomáticas sobre cómo podemos mejorar las relaciones, pero también ser muy firmes cuando vemos noticias de que Venezuela exporta actividades terroristas o apoya a milicias como las Farc”.

Lejos de eso, en ese mismo instante Venezuela actuaba en los hechos contra el terrorismo: denunciaba la invasión sionista y expulsaba del país al Embajador de Israel. Días después Evo Morales hizo lo mismo, mientras en otros países de la región, y también en Europa y el mundo árabe, crecía el clamor para que se adoptara la misma actitud. En Washington no tuvieron dudas respecto de los seguros efectos de una política exterior revolucionaria aplicada con coraje y consecuencia.

 

Sumisión o contraataque 

Ya en su cargo Obama, el subsecretario del Departamento de Estado, James Steinberg insistió: “nuestros amigos y socios en América Latina están observando hacia Estados Unidos para que provea un liderazgo fuerte y sostenido a la región, como un contrapeso a gobiernos tales como los que actualmente tienen poder en Venezuela y Bolivia (Hugo Chávez y Evo Morales) que no practican políticas para beneficiar los intereses de sus propios pueblos ni de la región”. Su jefa, la muy demócrata Hillary Clinton fue todavía más detallista: “la injustificada expulsión del embajador (en La Paz) Philip Goldberg (…) hace que preguntemos si Bolivia desea una relación bilateral constructiva”. No disparan sin apuntar. Esta columna sostiene desde hace mucho tiempo que Venezuela es un factor clave del mundo actual.

El 2 de abril se realizará en Londres la segunda reunión del G-20 para resolver la línea de acción de los centros imperiales frente a la crisis. Pero esa línea es, en primer lugar, de acción política. Para Washington es primordial aislar a Venezuela y Bolivia (y por supuesto a Cuba) del resto de Suramérica. En otras palabras: es imprescindible excluir una salida anticapitalista, excluir la idea de revolución y socialismo. Argentina y Brasil sólo pueden asistir al G-20 para denunciar ante el mundo la estrategia imperial. Y retomar el impulso para articular Unasur, prolongándolo con el G-15 y el Movimiento de los No Alineados. No pueden “mirar hacia Estados Unidos para que provea un liderazgo fuerte”.

Es un momento crucial. Menos que nunca es posible hoy identificar a un hablista como dirigente; confundir voluntarismo con estrategia; cambiar chapucería por ciencia; permitir que el gesto reemplace al hecho. O se asume el conjunto de tareas necesarias para aunar fuerzas a escala regional y mundial, organizarlas, darle direccionalidad y alcanzar la eficiencia en todos los planos de la acción, o se dejará espacio para que Washington arrastre al mundo a un abismo.

Etiquetado

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *