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Nuevo capítulo en la lucha por la soberanía y el socialismo

PorLBenAXXI

 

Un un momento geopolítico de enormes amenazas para el poderío imperial, la Casa Blanca vuelve a la carga contra Venezuela. Esta vez se trata de sanciones a Pdvsa, anunciadas el 24 de mayo por el Departamento de Estado. La excusa: el gobierno de Hugo Chávez comercia hidrocarburos con Irán, en violación de leyes… estadounidenses.
Washington decretó contra la petrolera estatal una copia del bloqueo a Cuba. Las intenciones están claras. La incógnita es si se trata de una prueba a la capacidad de respuesta bolivariana o es el primer paso de una escalada inminente.
Antes de hacerse siquiera la pregunta, Chávez dio respuestas inequívocas, contundentes. Minutos después de conocida la agresión, el presidente de Pdvsa Rafael Ramírez, junto al canciller Nicolás Maduro, en conferencia de prensa denunciaron la pretensión de Barack Obama como absurda e ilegal y sostuvieron con elocuencia que en ninguna hipótesis el gobierno venezolano aceptaría el menor condicionamiento a sus relaciones internacionales. Adelantaron que en materia de exportación de petróleo a Estados Unidos –hacia donde salen diariamente 1 millón 200 mil barriles– la réplica sería equivalente al alcance de la disposición anunciada por la secretaria Hillary Clinton, en ese momento todavía desconocido en los detalles. Culminaron convocando a los trabajadores petroleros y a toda la población a movilizarse para rechazar la medida.
En apenas horas la respuesta tomó otra dimensión: concentraciones masivas de obreros petroleros en todo el país, donde Ramírez cambió su traje de ministro de Energía y Petróleo por el de agitador de multitudes, para ratificar que el gobierno de Hugo Chávez no haría la menor concesión a la presión estadounidense y explicar, con lujo de detalles, que Pdvsa no necesita asistencia financiera de Estados Unidos, que tiene autonomía tecnológica y capacidad para continuar desarrollando su agresiva estrategia de crecimiento y diversificación. Al día siguiente Maduro convocó a nombre del Partido Socialista Unido de Venezuela a que el pueblo se volcara a las calles el domingo 29.
Se requiere más tiempo para confirmar la impresión que surge al cabo de esta primera oleada de movilización de masas: la Revolución Bolivariana podría estar ingresando en una nueva fase, de mayor frontalidad y radicalidad efectiva en la lucha contra el capital, con todavía más protagonismo obrero y popular del ya muy significativo que caracterizó este proceso desde sus inicios, y con un sacudón político a las estructuras burocrático-administrativas del Gobierno y el Psuv. La Celac abre un nuevo capítulo en la lucha por la soberanía; la respuesta de Chávez a la agresión yanqui puede ser un nuevo capítulo en la lucha por el socialismo.
Sabotaje a la Celac, desestabilización preelectoral
Con el alumbramiento de la Celac queda a la vista la grieta geopolítica abierta por el conflicto intercapitalista y la posibilidad de avanzar a partir de la relación de fuerzas dada en este momento particular. Las fisuras intercapitalistas, inmensas en las junturas de los países centrales, se replican en la relación de los centros imperiales con sus vástagos y se multiplican entre éstos. Jefes de Estado de la región en modo alguno enemigos del sistema, toman sin embargo distancia de Estados Unidos. El 5 de julio próximo, en Caracas, 32 países consumarán el reordenamiento de sus relaciones según una lógica que excluye a Washington. Con el burdo zarpazo contra Pdvsa, el Departamento de Estado busca condicionar la conducta de un número de gobiernos, alineados con la Casa Blanca o proclives a ceder bajo presión. En términos estratégicos, la Celac es la tumba de la OEA, es decir, de la herramienta imperialista para subordinar al continente. No sorprende que Barack Obama apele a cualquier recurso para dificultar esa reunión y evitar un desenlace neto. Horas antes de hacer conocer las sanciones a Pdvsa, la prensa comercial del mundo repitió una noticia sin fundamento ni pruebas: Venezuela “estaría” emplazando misiles iraníes en la Península de Paraguaná. Son pasos de un intento desestabilizador a gran escala, que si bien apunta al ya iniciado período preelectoral para el recambio presidencial en diciembre de 2012, plantea escenarios hipotéticos de agresión mayor. Esto en el momento en que la Otan bombardea Libia, busca desestabilizar a Siria y continúa sus preparativos bélicos contra Irán. En el exacto momento en que la Unión Europea bordea un colapso financiero con epicentro en Grecia, Irlanda, Portugal y España. Cuando el G-8 (los siete países imperialistas más Rusia), se muestra impotente para hacer más que imprimir montañas de dólares con el objetivo de detener la revolución en el Norte de África y el Cercano Oriente…
¿Hasta dónde llegará el premio Nobel de la paz en esta carrera demencial? Hasta donde los pueblos del mundo se lo permitan.

 

El Alba en el centro

La Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América está en el centro de la respuesta estratégica a esa demanda acuciante. Y también está en el centro objetivo de la Celac. No es extraño que Obama apunte a Venezuela.
El resquebrajamiento del orden imperial está dando lugar a un mapamundi esencialmente nuevo, difícil de aprehender con las herramientas de la comprensión política del siglo pasado. Es estridente el silencio de la teoría. Tanto como la ausencia de una instancia internacional militante, revolucionaria, capaz de congregar talentos, experiencias y fuerzas.
Cambiaron los vientos, aunque todavía es esquiva la comprensión de los sinuosos caminos de la recomposición. Impensable un desafío más estimulante.

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