Confiado en la dinámica del decurso político, pero acuciado además por una ofensiva creciente explícitamente promovida desde Washington, el 16 de mayo pasado, ante más de un millón de personas concentradas en Caracas y hablando por cadena nacional de radio y televisión, Hugo Chávez definió como “antiimperialista” a la Revolución Bolivariana; sostuvo que el neoliberalismo fue la “máscara detrás de la cual se escondió durante casi dos décadas el viejo y perverso capitalismo, el viejo, perverso y asesino imperialismo” y convocó a la “defensa integral de la nación”. Auge económico y fractura de la oposición.
Esta aceleración es inseparable de un hecho, calificado por el Presidente como «invasión»: la detención en Caracas de un centenar y medio de paramilitares colombianos. «Lo ratifico aquí: la Revolución Bolivariana después de cinco años y tres meses de gobierno, después de haber pasado por varias etapas, ha entrado en la etapa antiimperialista. Esta es una revolución antiimperialista y eso la llena de un contenido especial que nos obliga al pensamiento claro y a la acción no sólo en Venezuela sino en el mundo entero. (…) Llamo al pueblo venezolano todo a incorporarse a la defensa nacional, la defensa territorial, la defensa de la soberanía nacional; (…) cada ciudadano debe considerarse un soldado, cada ciudadana debe considerarse una soldada», dijo el Presidente.
Constitución en mano, Chávez conminó a estudiar y debatir el Título VII° de la Carta Magna y remató: «Está dada la orden de operaciones. Que comience pues desde hoy mismo la organización popular y militar para la resistencia, para la defensa del país, porque esta revolución seguirá avanzando a paso de vencedores»(1).
A finales de mayo comenzaba en Venezuela el proceso de ratificación o rectificación («reparación») de firmas objetadas por el Consejo Nacional Electoral para definir si habrá o no referendo revocatorio contra Hugo Chávez. Seguro de que el «reparo» difícilmente contradeciría la dinámica política de los dos últimos años (seguro además de que la oposición no lograría vencerlo en consulta electoral), Chávez trazó su rumbo estratégico. Las circunstancias le tendieron la alfombra.
En la madrugada del domingo 9 de mayo, efectivos de inteligencia y de la fuerza armada irrumpieron en una finca en Caracas y detuvieron a 102 de un total de 135 paramilitares colombianos (organización denominada Autodefensas Unidas de Colombia), cuyo plan de operaciones debía iniciarse el martes 11. El factor clave era un grupo de militares venezolanos en actividad, un comando que tomaría posesión de aviones de guerra y bombardearía el Palacio de Miraflores. El lunes 10, en conferencia de prensa, el vicepresidente José Vicente Rangel indicaría que se trató de «una operación de alta inteligencia, porque desde hace más de tres meses el gobierno tenía información de lo que estaba sucediendo»(2). La caída inmediata de 6 altos jefes militares y la incapacidad de reacción de los conspiradores parece darle la razón.
La revelación de la presencia de paramilitares extranjeros en la capital del país llevó al extremo las tensiones que en los tres últimos meses aceleraron la fragmentación de la oposición, agrupada en la Coordinadora Democrática. Cualquier ciudadano venezolano sabe quiénes son los paramilitares colombianos. La televisión de ambos países se intercomunica, y si bien muestra a esa organización mercenaria como ente autónomo que opera por su cuenta y riesgo contra dos organizaciones guerrilleras, reporta diariamente atrocidades contra la población civil. La revelación de que dirigentes de la Coordinadora Democrática y un puñado de militares planearon un ataque en Caracas con esta fuerza mercenaria estremeció al país, provocó rechazo más allá de las filas bolivarianas y produjo un efecto de aglutinamiento contra la amenaza.
En línea de continuidad con la conducta mostrada desde mediados de 2001, la prensa comercial venezolana desconoció la realidad e intentó en un primer momento negar la veracidad del hecho, para luego restarle importancia(3). Mientras tanto, la televisón oficial mostraba en vivo a los colombianos apresados, publicaba el escalofriante currículum de sus comandantes y anunciaba la detención de altos jefes militares venezolanos involucrados en la intentona. Una abigarrada red de medios alternativos, que prolifera desde hace dos años en Venezuela, llevó imágenes, informes y declaraciones a cada rincón del país. Con un sentido de la oportunidad que ni sus peores enemigos le niegan, Chávez convocó a una «Marcha por la paz y contra el paramilitarismo». Habitantes del Este, barrio exclusivo de Caracas, base social y centro de operaciones de la Coordinadora Democrática, reportaron a El Dipló que en la mañana del 16 de mayo, mientras las columnas chavistas atravesaban la zona, innumerables balcones se colmaban de personas que desplegaban banderas de Venezuela y aplaudían a los manifestantes.
Recuperación económica
Es que la intentona golpista fue para muchos opositores algo así como la mano que les desveló una realidad que se empeñaban en ocultar: la recuperación económica del país. Un dato basta: las reservas por 24.000 millones de dólares en el Banco Central -control de cambios mediante- superan el monto total de la deuda externa. En comparación con 2003 el PBI en la construcción pasó de menos 60,4% a más 19,5% en el primer trimestre; el sector no petrolero creció un 18,9%; el PBI privado saltó un 23,4%; la manufactura un 48%; las comunicaciones un 11,7%, según cifras del Ministerio de Planificación. El ministro del área, Jorge Giordani, indica que en conjunto la economía paso de menos 28 puntos tras el sabotaje petrolero de 2002, a 30 puntos positivos en abril pasado, y estima que en 2004 el PBI crecerá más del 8%. Otros pronósticos elevan esa cifra por sobre el 10%. Construcción de tres líneas de trenes subterráneos y ampliación de otras dos; un sistema ferroviario de alta velocidad de 221 kilómetros para unir Caracas con Puerto Cabello; obras para un sistema vial apuntado a integrar todas las regiones del país; puentes internacionales, acueductos, cloacas, escuelas, hospitales y un Plan Nacional de Viviendas que ya cuenta alrededor de 50.000 construcciones familiares, se suman a decisiones tales como crear una nueva empresa estatal de aeronavegación, invertir en astilleros para la construcción de barcos petroleros, entre otros emprendimientos. Este agresivo plan de desarrollo fue puesto en marcha a partir de febrero de 2003, después del brutal frenazo económico producido por la paralización de PDVSA, la empresa estatal de petróleos.
Por otro lado, el gobierno decretó en abril un aumento del 30% para el salario mínimo y un aumento general para los docentes. Ninguno de estos datos supera sin embargo la inversión económica y el impacto social de lo que Chávez denominó «misiones» (suerte de estructura estatal paralela destinada a sortear la morosidad, corrupción e incapacidad del antiguo régimen), mediante las cuales millones de marginalizados fueron alfabetizados y disponen de becas para completar la instrucción secundaria y universitaria, al tiempo que la Misión Barrio Adentro lleva atención médica gratuita a millones de personas. La Misión Vuelvan a Caracas (alusión a un célebre grito de guerra del General Páez, en el siglo XIX), para poner sólo un ejemplo, se propone resocializar a millones de desocupados y marginalizados dándoles trabajo, instrucción, maquinarias y capital para emprendimientos productivos en la industria y el agro.
El impacto social y político de estos hechos explica que la Coordinadora Democrática deba recurrir a paramilitares colombianos. Y que Chávez se sienta seguro para lanzar su desafío.
- El texto completo del discurso puede hallarse acá.
- José Vicente Rangel, rueda de prensa; Venezolana de Televisión, Caracas, 11-5-04.
- «Montaje paramilitar», El Nacional, Caracas, 10-5-04; «Chávez se dispara tremendo show mediático»; El Nuevo País, Caracas, 10-5-04. En la misma tónica o sencillamente desconociendo el hecho actuó la mayor parte de la prensa internacional. En Argentina, La Nación publicó un editorial el 19 de mayo, titulado «Hugo Chávez vuelve a la carga «, donde tras la afirmación de que «Chávez ha comenzado a avasallar sin disimulo a la prensa independiente y a la justicia misma», se omite absolutamente la invasión de paramilitares colombianos y se ignora la arrolladora respuesta de masas del domingo 16 así como la denuncia de Chávez de que su país está siendo invadido desde Miami y Colombia.